El Sporting sigue de dulce en El Molinón

Para pasar el mal trago de Albacete, la mejor pócima era una victoria ante el Cádiz. Y eso es lo que ha hecho el Sporting de Gijón esta tarde en El Molinón. Los rojiblancos volvieron a demostrar que siguen de dulce cuando juegan arropados por su público y lograron dejar los tres puntos en casa gracias a un gol de Gaspar Campos en la primera parte y Campuzano, desde los once metros, en el tiempo de descuento.

El partido empezó soso. Con ritmo, pero soso. Mucha pugna en el centro del campo y poca profundidad. Fue en el minuto diez cuando llegó el primer zafarrancho rojiblanco. En una jugada de fantasía, Nacho Méndez se la puso a Gaspar Campos, que metió la directa hacia la portería rival. El canterano cedió para Dubasin, que sacó de la chistera una vaselina para irse del central gaditano y ponérsela a Otero. El colombiano, en boca de gol, falló incomprensiblemente cuando El Molinón ya cantaba el primero de la tarde.

Con el Sporting de Gijón llevando el peso del partido, hacía falta más colmillo. Y lo afiló desde el rincón de la bandera. Los de Albés sacaron en corto y Gaspar Campos cargó la carabina. El atacante probó suerte desde lejos y teledirigió la pelota a zona de influencia. Ahí emergió la cabeza de Chris Ramos, que desvió la pelota al fondo de la red de David Gil. 1-0, minuto 27.

Tras el tanto, el Cádiz no se reactivó. Todo lo contrario. Parecía grogui y solo Carlos Fernández y Chis Ramos trataban de espabilar a un equipo moribundo. Un estado de ánimo que trató de aprovechar el Sporting, aunque muy tímidamente. Ninguno de los dos tuvo más ocasiones y el partido se fue al descanso con victoria rojiblanca.

El paso por los vestuarios no le vino bien al equipo de Rubén Albés, que empezó con dudas la segunda parte. Muchas pérdidas y precipitaciones para darle alas a un Cádiz que se lo empezó a creer. Tuvo presencia en el campo rojiblanco, pero le faltó profundidad. La segunda parte transcurrió muy tranquila para el Sporting, que sin demasiada presencia en campo rival, no pasó apuros en su propio campo.

Fue precisamente al final del encuentro cuando se agitó todo. El Cádiz amenazaba el arco de Yáñez con acciones a balón parado más tímidas que peligrosas. El encargado de responder fue Queipo, que con un cabezazo cruzado tras centro de Dubasín puso en jaque a David Gil. Instantes después, una mano de Víctor Chust dentro de su área ponía en bandeja la victoria para el Sporting. Campuzano asumió la responsabilidad y colocó la pelota en la escuadra. Un gol que sirvió para dejar los tres puntos en El Molinón y llevar el delirio a la grada de El Molinón, que celebró la quinta victoria consecutiva.