La Crónica: El mejor Oviedo acaba desquiciado ante el Mallorca

El Real Oviedo recibía este viernes al RCD Mallorca en el Carlos Tartiere en un duelo marcado por la necesidad y por la tensión positiva que rodeaba al equipo. Con la grada volcada desde el inicio y el peso de la clasificación sobre la mesa, los azules afrontaban una noche clave para intentar cambiar la dinámica y sumar tres puntos vitales.

El equipo de Luis Carrión saltó al césped con Aarón Escandell en portería; una línea de cuatro formada por Nacho Vidal, David Costas, David Carmo y Rahim; un doble pivote con Dendoncker y Colombatto; Fede Viñas ocupando la banda derecha e Ilyas Chaira la izquierda; Santi Cazorla en la mediapunta y Salomón Rondón como referencia ofensiva.

El Oviedo completó una primera parte marcada por el dominio territorial, la intensidad en la presión y una clara vocación ofensiva. Desde el inicio, el equipo de Luis Carrión impuso un ritmo alto, recuperando arriba y llevando el juego a campo rival con continuidad. La posesión, las sensaciones y las llegadas fueron azules, en un Tartiere volcado que empujó desde el primer instante.

Las mejores ocasiones llegaron por fuera, especialmente en las combinaciones entre Viñas, Ilyas y Cazorla, que lograron generar varias situaciones de peligro. El Oviedo enlazó centros desde ambos costados y forzó numerosos saques de esquina, pero ni Colombatto, ni Viñas, ni Ilyas consiguieron convertir las oportunidades en gol. Faltó acierto en los últimos metros para abrir un marcador que, por juego, mereció teñirse de azul.

Defensivamente, el equipo apenas sufrió, aunque el Mallorca avisó en un par de acciones aisladas que recordaron la necesidad de mantener la concentración. Virgili exigió a Aarón con un disparo desde fuera del área que el guardameta resolvió con una de las intervenciones de la temporada, y en los instantes finales volvió a aparecer en un mano a mano que el portero azul desactivó con solvencia.

El descanso llegó con la sensación de que el Oviedo había hecho muchas cosas bien, pero sin la recompensa del gol. El equipo dominó, llevó la iniciativa y mostró una versión sólida en casi todas las fases del juego, pero necesitó más precisión en el área. Todo quedaba abierto para una segunda parte en la que los azules debían convertir su superioridad en algo más que intenciones.

El segundo tiempo se desarrolló con un ritmo más bajo y con un Mallorca que, gracias a su presión adelantada, logró incomodar la salida de balón del Oviedo. Durante varios minutos, el conjunto bermellón consiguió que el partido se jugara más cerca del área azul que del área visitante, frenando la fluidez con la que el equipo de Carrión había manejado el primer acto. Aun así, los locales mantuvieron el control territorial, empujados por el Tartiere y sostenidos por un Aarón siempre seguro.

La entrada de Hassan dio aire y desborde al equipo azul, que recuperó presencia ofensiva y volvió a generar ocasiones. El extremo firmó la más clara tras una jugada individual que rozó la escuadra, y poco después enlazó varios centros que estuvieron muy cerca de encontrar remate. Carrión movió el banquillo con la entrada de Forés y Ejaria para refrescar líneas, y el equipo respondió volcado sobre el área balear, insistiendo por ambas bandas y viviendo los mejores minutos desde el descanso.

La ocasión más clara de todo el partido llegó en el 87, cuando Nacho Vidal tuvo el gol en sus botas a un escaso metro de la portería, pero Bergström, casi por instinto, evitó el tanto con una intervención decisiva. A partir de ahí, el encuentro se ensombreció por las decisiones arbitrales: primero con la expulsión de Santi Cazorla en el 89 tras revisión del VAR, y ya en el descuento con la roja directa a Fede Viñas, también a instancias del videoarbitraje, en una acción dividida al borde del área rival.

El partido terminó con un Oviedo valiente, empujado por orgullo y por necesidad, pero condicionado por las dos expulsiones en los minutos finales. El equipo de Carrión había dominado, generado ocasiones y mostrado personalidad, pero volvió a quedarse sin premio en un partido marcado por la falta de acierto y un tramo final cargado de contratiempos. El Tartiere empujó hasta el último suspiro, pero la noche, pese al esfuerzo colectivo, no dejó el desenlace que el oviedismo esperaba.