La Crónica: Sin goles es imposible

El Real Oviedo volvió a quedarse sin premio en el Carlos Tartiere tras empatar sin goles ante el Celta en un partido que dejó una sensación demasiado conocida. Los azules firmaron un encuentro de entrega, dominio y voluntad ofensiva, pero una vez más chocaron con la falta de acierto en los metros finales, en una tarde marcada por la tensión ambiental y por la necesidad, aún insatisfecha, de transformar el empuje en resultados.

Guillermo Almada apostó de inicio por Aarón en portería, con una línea defensiva formada por Lucas, Costas, Bailly y Rahim. Por delante, el técnico dispuso un doble pivote con Sibo y Colombatto, mientras que Brekalo y Ilyas ocuparon las bandas. En punta, Fede Viñas fue la referencia ofensiva en el primer once del nuevo entrenador azul.

Desde el inicio, el conjunto azul trató de imponer un ritmo alto, presionando arriba y buscando incomodar al Celta en la salida de balón, en una puesta en escena marcada por la necesidad de respuesta tras una semana convulsa.

El primer aviso del encuentro llegó pronto, en el minuto cuatro, cuando el Celta encontró una transición por la izquierda que terminó con un centro pasado y un remate alto de Javi Rueda, que se marchó por encima del larguero. Fue una acción aislada en un tramo inicial en el que los gallegos aprovecharon los espacios a la espalda de la presión azul para generar el primer susto.

A partir de ahí, el Oviedo asumió el control del partido. Se mostró más vertical y agresivo, aunque también condicionado por los nervios, visibles en la pérdida de controles y pases sencillos en zonas interiores. Pese a ello, los azules forzaron errores del Celta en salida, lo encerraron en su campo durante varias fases y acumularon centros laterales que no encontraron rematador.

El Celta, incómodo durante buena parte del primer tiempo, trató de rebajar el empuje local a través de posesiones largas, buscando desgastar al Oviedo y enfriar el ambiente. Sin grandes sobresaltos para ninguno de los dos equipos, el primer acto se cerró sin goles y con un Tartiere tenso, expectante y muy pendiente de cualquier detalle.

La segunda parte arrancó sin cambios en el Oviedo y con la misma propuesta que en el primer tiempo: presión alta, ritmo vertical y voluntad de llevar el peso del partido. Sin embargo, el primer aviso volvió a llegar del lado celeste, en una transición rápida en el minuto 47 que obligó a Aarón a intervenir con valentía para evitar el gol tras un pase de la muerte, en una acción que terminó con el guardameta y el delantero rival siendo atendidos.

El conjunto azul trató de responder desde las bandas, acelerando el juego y buscando desajustes con combinaciones rápidas. En el minuto 56, un centro de Chaira desde la derecha no encontró rematador por muy poco, y apenas un minuto después el Celta volvió a asomar a la contra, con un disparo de Bryan que se topó con el guante de Aarón, sosteniendo al Oviedo en un momento delicado.

El tramo central del segundo tiempo mantuvo un guion reconocible. El Oviedo dominó, empujó y acumuló presencia en campo rival, pero volvió a faltar precisión en los metros finales. La ocasión más clara llegó en el minuto 62, cuando Sibo rozó el tanto con un remate de volea desde la frontal, tras un centro de Colombatto desde la izquierda, que salió lamiendo el poste de la portería defendida por Radu.

En el tramo final, Almada movió el banquillo en busca de un último impulso ofensivo, dando entrada a Hassan por Brekalo y más tarde a Rondón, Cazorla e Ilić. Pese a los intentos, el partido fue muriendo sin nuevas ocasiones claras y con una sensación ya conocida: dominio, empuje y entrega, pero sin el acierto necesario para transformar todo ello en gol.