La Crónica: Hassan y Gelabert dejan el derbi sin dueño

El derbi asturiano defraudó y agradó al mismo tiempo. Un encuentro de dos partes que reactivó la entrada de Hassan. La ley del ex se cumplió en el Oviedo con el segundo balón que tocó el exrojiblanco para enloquecer a su nueva parroquia. No le sentó mal del todo el golpe recibido al Sporting, que encontró por medio de Dubasin y Gelabert el empate. Ya no se movería el marcador en un partido en el que se llegó a detener el juego por lanzamiento de objetos sobre el terreno de juego. Una imagen que no refleja lo que se vivió a lo largo de la jornada en otro día para el recuerdo del fútbol asturiano. 

Inmersos en un ambiente al que la categoría se le queda corta, el derbi asturiano arrancó con más tibieza sobre el césped que en las gradas. Sobre el terreno de juego, Oviedo y Sporting saltaron al césped con pocas ganas de perder. La temeridad a que el rival golpeara primero hizo que el partido fuera, a ojos del espectador, una plancha importante. Se consumieron los primeros minutos sin que los porteros de ambos bandos dejaran de ser meros espectadores. Poco fútbol. Lo habitual en un derbi. 

Se empezó a calentar el derbi con tarjetas en color rojiblanco. Primero fue Campuzano y luego, a raíz de un posible penalti sobre Olaetxea, la vieron Cote al cortar la contra y a Diego Sánchez por ponerse rebeco con el colegiado. No gustaban en el banquillo de Albés las primeras decisiones de Sesma Espinosa. Sirvieron para animar el ambiente general, pero no para animar el partido. Las ocasiones seguían sin llegar. Lo que sí aparecía era un nuevo infortunio para Eric Curbelo. El central canario, tras un empujón de Costas, impactó contra la valla publicitaria y su participación en el derbi tocó a su fin. 

Antes del descanso, el caos. Todo empezó con un centro de Cote que se estampó entre el larguero y el guante de Escandell. En el primer lanzamiento, hubo eso. Lanzamiento, pero de objetos. Al ir a sacar el córner, continuó la lluvia de papeles procedentes del mosaico. Algo que para Sesma Espinosa fue suficiente para activar el protocolo y mandar a los jugadores al túnel de vestuarios para esperpento generalizado y la imagen de puertas para fuera consecuente. No es el derbi asturiano y los que no se saben comportan empañaron la fiesta. Tras minutos de castigo entre bambalinas, se reanudó el partido para los últimos minutos en los que el Sporting fue mejor. Sin llegar a asustar. Un derbi puro y duro. 

Alistó Calleja para la causa a Hassan. De sus botas nació la primera de la segunda parte para el Oviedo, con un remate de Colombatto que detuvo Yáñez. Pero Hassan entró con la varita. Aguantó como un pivot de baloncesto Alemao las embestidas de Diego Sánchez. Lo justo para liberar al extremo que cumplió con clase con la ley del ex. Lo celebró con rabia para ajusticiar a la que fue su afición y prender la llama en el Carlos Tartiere. 

El gol le sentó como una guindilla al Oviedo y como un laxante al Sporting. Empezó el equipo de Calleja a dominar, aunque los de Albés también se asomaban por la portería de Escandell. Gelabert empezaba a entrar en el partido, aunque sin acierto. En el otro área, era Yáñez el que salvaba un buen remate de Alemao. Agitaban el árbol Albés y Calleja con Otero, Queipo y Sebas Moyano. Empezó a mejorar el Sporting con la entrada de los recambios. Y de ahí nació el gol. Recuperó Queipo ante un Hassan remolón, hizo Dubasin magia con un pase de quilates para que Gelabert estrenara su cuenta goleadora como rojiblanco. Y con 10 minutos para el fin. 

Con el partido dibujándose para un final de frenesí, a ambos equipos les empezaron a pesar las piernas y las cabezas. Poca claridad, todo bien atajado por Yáñez y por Escandell. Sin tiempo para más, Oviedo y Sporting firmaron un empate justo que deja algo más satisfechos a los visitantes que a los locales.