La contracrónica: Adiós al frío invierno
El Real Oviedo regresó a Primera División tras muchos años de sufrimiento en una eliminatoria que llegó a estar muy cuesta arriba para los azules
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El 21 de junio de 2025 era la fecha en la que oficialmente arrancaba el verano, pero 25 futbolistas y un cuerpo técnico se empeñaron en grabar este día en la memoria de miles de oviedistas para toda la vida. 24 años después, el Real Oviedo consiguió dejar atrás el frío invierno que le mantuvo durante muchos años en el barro. Entre desilusiones y fracasos, los azules y su masa social consiguieron superar todas las adversidades y culminar una historia de superación más propia de la ficción que de la vida real.
24 temporadas sin fútbol de élite son demasiadas, pero no suficientes para que la afición carbayona abandone a los suyos. Desde primera hora, la ciudad estaba teñida de azul. Se respiraba un ambiente tenso, una calma contenida en la que se entremezclaban los sentimientos de esperanza y los de cautela, fruto de la experiencia vivida el curso anterior en Cornellá, aunque, a la hora de la verdad, a partir de las siete de la tarde, la ciudad entró en ebullición.
El caliente recibimiento fue uno de los prolegómenos de lo que estaba por venir. El Carlos Tartiere presentó la mejor entrada de su historia e, independientemente del resultado final, el oviedismo ya había ganado. A diferencia de la campaña pasada, esta vez el destino sí estuvo del lado azul. No iba a ser fácil y, como siempre ocurre con el Oviedo, el sufrimiento iba a estar presente hasta el final, pero ni siquiera el gol de Panichelli a las primeras de cambio apagó la mecha del feudo carbayón. Al margen de los tópicos habituales, la realidad es que el estadio jugó un papel clave como jugador número 12 para los locales.
El tanto de Cazorla hizo temblar los cimientos y retomó la confianza de los más pesimistas. El de Chaira provocó las primeras lágrimas y muchos comenzaron a creérselo. Pero el de Portillo fue la confirmación, el de que, por fin, los azules dejarían atrás ese frío invierno para regresar al lugar de donde nunca debieron salir. La escena en la grada sigue siendo difícil de explicar. Los más pequeños abrazados con sus padres, compañeros de asiento desde hace décadas llorando de felicidad y, sobre todo, una emoción contenida durante muchos años eternos. De eso va el fútbol y eso ha conseguido el Oviedo.
El resto es historia. Nadie olvidará esa invasión de campo y todo lo que sucedió después en Plaza América. Realmente, los aficionados azules ni siquiera han procesado todavía que la temporada que viene serán rivales de Mbappé, Lamine Yamal y compañía. Llevará unas horas asimilarlo, pero el 21 de junio de 2025 quedará grabado en la memoria de todos como el día en el que, por fin, el Oviedo dejó atrás el frío invierno. El verano ya está aquí y una nueva página en la historia del club está por escribirse.