Así fue el último Oviedo–Mallorca: una "casi" remontada imposible en un Tartiere vacío
El precedente de la temporada 20/21 dejó un 2–2 lleno de carácter, con dos asistencias de Nahuel y los goles de Javi Mier y Arribas en un estadio carbayón sin público por la pandemia
RCD Mallorca
El Real Oviedo y el RCD Mallorca volverán a encontrarse este viernes en el Carlos Tartiere en un duelo marcado por la necesidad azul y la importancia clasificatoria. El choque llega casi cuatro años después del último precedente en el Tartiere, disputado en la temporada 2020/21, un curso condicionado por la pandemia y por los estadios vacíos que marcaron aquel fútbol tan extraño como inolvidable.
Aquel Mallorca, dirigido por Luis García Plaza, terminaría logrando el ascenso a Primera división, mientras que el conjunto carbayón de José Ángel Ziganda alcanzaría la permanencia tras un año de esfuerzo, irregularidad y dificultades. En ese contexto, el encuentro entre asturianos y bermellones dejó una de las remontadas que el Oviedo tuvo muy cerca de firmar, pero que se quedó a un paso de completarse.
El partido comenzó torcido para los azules. En un Tartiere embarrado, el Mallorca se adelantó con dos golpes duros y muy tempranos: primero con el tanto de Lago Junior, que aprovechó un error de Mossa, y poco después con el gol de Joan Sastre, que amplió la ventaja visitante tras un disparo desde larga distancia. El 0–2 obligó al Oviedo a vivir a contracorriente desde el inicio y a remar en un escenario poco propicio para el juego combinativo.
Sin embargo, el equipo de Ziganda no bajó los brazos y encontró en Nahuel Leiva su gran agitador ofensivo. El argentino firmó dos asistencias decisivas: la primera para Javi Mier, que anotó su primer gol como profesional con un remate lleno de temple; y la segunda para Alejandro Arribas, que firmó el empate a la salida de un córner tras anticiparse a la defensa mallorquinista. El Oviedo se volcó entonces sobre la portería rival y estuvo a centímetros de culminar una remontada épica cuando Obeng estrelló un balón en el travesaño tras otra gran acción de Nahuel.
Aquel 2–2 quedó como un partido marcado por la personalidad azul en un Tartiere vacío, y como un recuerdo que ahora adquiere una nueva dimensión con el estadio lleno y el Oviedo jugándose muchísimo. Este viernes, con el Tartiere rugiendo, la historia volverá a escribir otro capítulo entre carbayones y bermellones.