Con Santi Cazorla y 30.000 más
El oviedismo se agarra al '8' azul y al calor del Carlos Tartiere para vencer este sábado al Mirandés y, así, lograr el ascenso a Primera división
REAL OVIEDO

Minutos antes de las 19 horas de ayer, el Real Oviedo comunicaba que Santi Cazorla no iba a poder jugar ante el Mirandés. Unas molestias en la rodilla arrastradas desde el encuentro del miércoles ante el Almería significaron el motivo de su baja, negando así al equipo azul la participación en la ida de la final del play off de su capitán y, a su vez, héroe de las semifinales tras apuntarse el gol que selló el pase a la ronda definitiva.
Vestido con el chándal del club, el '8' presenció con resignación el partido desde una de las cabinas de prensa de Anduva. Al igual que el resto de aficionados en la grada, Cazorla siguió el encuentro con mucha tensión y nervios, compartidos con el periodista Sid Lowe y su hijo, tan inquietos o más que el capitán del Oviedo. Finalmente no hubo mucho que celebrar en el duelo ante el Mirandés, más allá de la sensación de salir vivos y que todo se decidirá el próximo sábado en el Carlos Tartiere.
Lo que sí celebra la afición del Real Oviedo es que Cazorla no va a seguir el partido de vuelta desde la grada, sino desde el verde, su hábitat natural. “Había que monitorizar hasta unos minutos antes del partido. En principio debería estar listo para el próximo encuentro porque es solo una molestia. Los médicos creen que estará. Hoy no podíamos tomar ningún riesgo”, tranquilizó Veljko Paunovic tras el partido. Unas declaraciones que dan esperanzas a la afición oviedista, consciente de la importancia del mediocentro de Llanera para lograr el objetivo.
El regreso de Santi Cazorla es un argumento de peso para la candidatura al ascenso de los carbayones. Su mera presencia ejerce como medida intimidatoria para el rival, que tendrá enfrente a un futbolista que ya fue diferencial hace unos días frente al Almería. Un jugador que es bien consciente de lo que el Oviedo tiene en juego para sacar los pasos prohibidos en el momento más inesperado. Para ese truco final, varita en mano, que lleve a la grada del Carlos Tartiere la felicidad más absoluta en los últimos 24 años.
La de Cazorla no es la única baza, también el Tartiere en sí mismo. Un estadio que estará en estado de ebullición, deseoso de que llegue el sábado a las 21 horas. Tantos años esperando un momento como este, por lo que no habrá ni una butaca vacía. Será la primera vez en este siglo que el Tartiere sea el escenario de un partido definitivo por el ascenso a Primera división. Y además con Cazorla. Quién lo iba a decir cuando este equipo rozó la desaparición. Hay motivos para creer.