Historia del Sporting (VII): Cholo Dindurra y las primeras duchas de agua caliente
Cholo Dindurra, que jugó una docena de temporadas en el Sporting, fue toda una estrella rojiblanca dentro y fuera del terreno de juego.
Cada club tiene la tendencia natural de mimar a sus figuras, de cuidar pequeños detalles que les hagan sentir como tales. En el Sporting de la temporada 1944-45, la del primer ascenso a la máxima categoría del fútbol español, la figura indiscutible era Cholo Dindurra, extremo e interior asturiano, que jugó 12 temporadas con el club rojiblanco entre los años 1939 y 1953, además de disputar una -en medio de ese periodo- en el Real Oviedo y temporada y media con el Real Madrid.
Tras finalizar su periodo en el club gijonés, jugó dos años en el Real Avilés, en Segunda División, retirándose de la práctica activa del fútbol profesional en el equipo blanquiazul al término del curso 1954-55. Cholo Dindurra fue todo un personaje, en el más amplio sentido de la palabra. Comenzó jugando al fútbol en el colegio Inmaculada de Gijón, haciéndolo como portero, posición en la que también jugó en en el equipo del colegio San Viator de Infiesto, en donde estudió en su internado.
Allí tuvo como compañeros de equipo a otros tres futbolistas que llegarían a ser profesionales: Amadeo Meana (con el que jugó en el Sporting), y los hermanos Chus y Pepito Alonso (con los que llegaría a jugar en el Real Madrid). Tras su paso por el equipo colegial de Infiesto, fichó por el equipo gijonés Flechas Verdes, dejando la portería para pasar a ser extremo derecho, después pasó por otros clubes de la ciudad costera asturiana, como el Cantábrico y el Juventud, hasta que, en 1939, al término de la Guerra Civil fichó por el Real Sporting de Gijón.
Desde el primer momento tuvo un papel relevante, Se apropió de la banda derecha y entusiasmó a los seguidores sportinguistas con su fútbol rápido, su desborde y sus centros medidos. Pero Cholo Dindurra también llamó la atención por su modo de vida “poco habitual” para la época. Casado y separado, no estaba permitido legalmente, rehízo su vida conviviendo con su segunda pareja, Elvira, hasta su fallecimiento, para escándalo del sector más tradicional de la ciudadanía gijonesa.
Fue el primer futbolista del Sporting en tener coche, un lujoso auto que contrastaba con las bicicletas en las que solían ir a entrenar (cuando no lo hacían caminando o en tranvía) el resto de jugadores, incluso se daba el caso de alguno de los más jóvenes, como Medina y Rionda, compartían bicicleta para acercarse a entrenar. También tuvo una potente moto de importación, en una época marcada por la autarquía y donde conseguir algo foráneo era algo más que un lujo.
Con ella se fue a Oviedo, tras discutir con un directivo del club sportinguista y no sentirse respaldado por el entonces presidente rojiblanco, Secundino Felgueroso. En el club carbayón tan solo estuvo un año, la 1942-43, debutó frente a la Cultural Leonesa y consiguió dos goles del 3 a 0 con el que finalizó el encuentro.
A media temporada ya hizo saber al entonces presidente del Real Oviedo, su intención de retornar al Sporting al finalizar la misma. Ni duplicándole la ficha que cobraría en Gijón consiguió el conjunto ovetense retenerle. Cholo había hecho las paces con 'Cuno' Felgueroso y deseaba volver a su casa. Lo hizo por la puerta grande, como acostumbraba, volviendo a ser el ídolo del sportinguismo. Fue apodado 'el dandy' por su afición al lujo, al buen vivir y, muy especialmente, a los buenos trajes. Su jerarquía en el Sporting era tal que, en las fiestas de celebración del primer ascenso a la máxima categoría, en la temporada 1943-44 era el único futbolista que tenía plaza reservada en el autobús descapotable que recorría la ciudad. Adelante, por supuesto, como se puede observar en las fotos de los festejos del momento.
También fue el primero en recibir la medalla conmemorativa en los actos para celebrar el citado ascenso, organizados el 16 de abril de 1944 por la Peña Deportiva Sportinguista Bar Imperial en el Salón Japonés, que junto con el Arrieta eran las salas de fiesta de moda en el Gijón de la época. Su paso por el Real Madrid fue breve y estuvo motivado por los estudios. Dindurra finalizó los de Ingeniería Agrónoma en Madrid y, aprovechando que el exjugador del Sporting y Oviedo, y primer internacional asturiano, Manolo Meana era director general de la Ciudad Deportiva del Real Madrid (y promotor del proyecto de la citada ciudad junto con el propio Santiago Bernabéu, gracias a la amistad que ambos habían forjado cuando el expresidente madridista jugaba en el Stadium Ovetense, allá por el año 1921), fue fichado –a petición del asturiano- para los blancos, pero una grave lesión le impidió triunfar en el club merengue. Solo estuvo año y medio. Tras la lesión, el club merengue le dio permiso para recuperarse en Gijón, cediéndolo a los rojiblancos durante la media temporada posterior a su recuperación. Su paso por uno de los grandes del fútbol español, aumentaba aún más su caché en un Sporting sin demasiados futbolistas que hubieran jugado en la élite del fútbol nacional.
Así, no es de extrañar que Cholo Dindurra fuera la auténtica estrella del Sporting del primer ascenso. Tras lograrlo, el club contrató a un joven de apenas catorce años, Joaquín Tuya, que era sobrino del mayordomo de El Molinón, Corsino Tuya, con una única misión: calentar el agua para que la ducha de Cholo estuviera lo suficientemente caldeada. La operación era sencilla, bajo la grada del fondo norte del estadio calentaba un bidón, quemando unos maderos, y aquella agua se depositaba en una especie de regadera bajo la que la gran figura gijonesa se duchaba, en una época en la que solo los clubes más importantes de Primera División gozaban de agua caliente. Esa era la única tarea que tenía el joven Joaquín, un vecino del barrio de La Guía que llegó a ser toda una institución en el Sporting.
Tras la jubilación de su tío Corsino, y siendo Antonio Roibás presidente del club, “heredó” su puesto de mayordomo hasta su jubilación, después de cincuenta años a servicio del Sporting. A Joaquín Tuya le sustituyó la saga de los Caso, ocupó su puesto, primero, Andrés “el roxu” Caso y más tarde su hijo Alejo, ambos muy queridos y añorados por la afición rojiblanca. Hoy, un hijo de Alejo, Pablo Caso, ocupa el empleo de utillero en el club, perpetuando los vínculos familiares con el equipo más representativo de la ciudad de Gijón.