Nacho Méndez, su adiós y las críticas: "El Molinón no merece ensuciarse con insultos"
El capitán del Sporting de Gijón se despidió de su equipo en una sentida carta en la que reconoció haber tomado la decisión más complicada de su vida
Luis Manso
De un modo especial. La despedida del capitán del Sporting de Gijón no podía ser una más. A través de las redes sociales, Nacho Méndez decía adiós a los colores que ha defendido durante los últimos 15 años. El luanquín tomará un nuevo rumbo deportivo alejado de casa tras no continuar en el Sporting de Gijón. En su carta de despedida, el '10' hizo un amplio repaso de su trayectoria en la Escuela de Fútbol de Mareo, analizó momentos concretos de su etapa en el primer equipo y también reconoció el dolor de las críticas de El Molinón.
"Es verdad que también ha habido momentos difíciles. Algunos prefiero olvidarlos porque hay personas que no merecen que los recuerde. El estadio más antiguo del fútbol español tampoco se merece que unos pocos lo ensucien con insultos que (estoy seguro) avergüenzan a una afición ejemplar, vencedora por los campos de España en el apoyo a su equipo. Otros, en cambio, aunque dolorosos, me han ayudado a crecer", explicó Nacho Méndez que también recordó otros momentos que reflejan su sentir por el club. "Paco Herrera me dejó en la caseta en el descanso, vomitando, porque me pudo la pasión y cometí la imprudencia de saltar al campo a pesar de haber estado toda la semana con antibióticos por una bronquitis", rememoró.
Esta es la carta íntegra de Nacho Méndez en su despedida al Sporting de Gijón:
"Queridos Manu y Rafa,
Muchas gracias por vuestra carta tan cariñosa, que nos ha emocionado a todos en casa. Os pido aprovecharla para que, como a tiempo que os respondo personalmente, me ayude a despedirme de la familia sportinguista. A ella, como a vosotros, quiero empezar por pedirle perdón por las veces que no he estado a la altura de vuestras expectativas y agradeceros desde el fondo de mi corazón vuestras palabras de ánimo, como he agradecido tantas muestras de cariño que he recibido dentro y fuera del campo a lo largo de todo este tiempo, incluso cuando los resultados no han acompañado. Solo puedo deciros que, aparte de con el trabajo diario y el esfuerzo en los entrenamientos y en los partidos, he intentado corresponder siempre con una sonrisa a los niños y niñas (y a los no tan niños) que se han acercado a mí. ¡Ojalá pudiera reunir una pequeña parte de esas fotos! Sería el mejor recuerdo que podría llevarme.
Estos días , una vez tomada la que hasta ahora ha sido la decisión más difícil de mi vida, he tenido tiempo de volver la vista atrás, regresar a ese niño que en junio de 2010 se puso por primera vez la camiseta del Sporting para jugar un partido, un torneo de verano en Lalín, con el Infantil B de la generación del 98 que dirigía José Alberto. Desde entonces, como podéis imaginar, toda mi vida ha girado en tomo al Sporting, primero en las categorías inferiores, disfrutando del juego y soñando con progresar. Luego, en el filial y en el primer equipo, aprendiendo de los más veteranos lo que significan los colores del Sporting. Nunca olvidaré mi primer partido en El Molinón, en la final de un Torneo de Barrios, o el 3-1 al Racing de Santander con aquel Sporting B de José, Alberto, derrotado finalmente por el Elche en la promoción de ascenso a Segunda División. Por supuesto, tampoco los primeros partidos con el primer equipo, el amistoso contra el Athletic en tierras vascas, o el oficial contra el Lugo: Paco Herrera me dejó en la caseta en el descanso, vomitando, porque me pudo la pasión y cometí la imprudencia de saltar al campo a pesar de haber estado toda la semana con antibióticos por una bronquitis. O, claro, el gol en el derbi, En fin, son tantas las emociones que se agolpan mientras recupero estos recuerdos...
Han sido quince años maravillosos, en los que he tenido la suerte y el privilegio de vestir la camiseta del que ha sido y será siempre mi equipo, de compartir vestuario con compañeros extraordinarios y, finalmente, tener el honor de ser su capitán. Gracias a todos y cada uno de ellos, desde el infantil al primer equipo, por cada partido y cada entrenamiento, también a mis entrenadores, a quienes me ayudaron a crecer en las categorías inferiores, a quienes confiaron en mí y me dieron la oportunidad de llegar al primer equipo. Además de Paco Herrera, no puedo dejar de recordar agradecido las temporadas a las órdenes de José Alberto, o las últimas, con MAR y Rubén...
Es verdad que también ha habido momentos difíciles. Algunos prefiero olvidarlos porque hay personas que no merecen que los recuerde. El estadio más antiguo del fútbol español tampoco se merece que unos pocos lo ensucien con insultos que (estoy seguro) avergüenzan a una afición ejemplar, vencedora por los campos de España en el apoyo a su equipo. Otros, en cambio, aunque dolorosos, me han ayudado a crecer.
Nunca podré agradecer bastante lo que los servicios médicos del club han hecho por mí a lo largo de los años y, en especial, para ayudarme a recuperar de la lesión. Toño, Cache, Gonzalo, Lorenzo, César: eternamente agradecido. Personalizo en vosotros porque sería muy largo citar a técnicos, médicos; fisios y recuperadores, utileros, personal de cocina y tantas personas que habéis cuidado de mí a lo largo de estos años. Voy a echaros de menos a vosotros y a toda la gran familia de Mareo, sobre todo a quien mejor la encarna: Jorge.
Queridos Rafa y Manu: termino como empecé esta carta, personalizando en vosotros el agradecimiento a tantos y tantas sportinguistas que me habéis acompañado en este viaje. Me voy triste, por no haber podido cumplir mi sueño y el vuestro de devolver al Sporting al lugar que corresponde. Me voy con cicatrices en el cuerpo y en el alma, pero también con una sonrisa, llevándome recuerdos y alegrías imborrables. Porque así es eI fútbol, así es la vida. Hoy me alejo del césped de El Molinón, pero mi corazón se queda aquí, porque siempre seré uno más de La Mareona, esté donde esté.
EI Sporting ha sido, es y será el club de mi vida. Gracias por todo lo vivido. Ojalá la vida nos vuelva a cruzar más adelante. Hasta entonces, siempre con vosotros. Con todo mi cariño.