Aquí un hincha

Lo malo de no seguir el día a día del Sporting es que llega un momento en que no sabes qué decir, o que puedes decir cosas opuestas sin siquiera acertarte al sonrojo. Cuando mi querido, que no admirado, Pablo Guisasola me pregunta en la Caverna por el desempeño, sin duda entusiasta y brioso, de cualquier jugador, especialmente de alguno de los menos conocidos, en un Sporting-Lugo de esos que se juegan 10 al año, la mayoría de las veces no queda otra que carraspear y rezar para que se corte la llamada.

Valga esta situación, repetida muchas veces, para explicar por qué uno cambia de opinión cada cinco minutos, por qué no tiene respuestas a la mayoría de las sesudas e inteligentes preguntas de los muchachos de la Caverna, por qué es legítimo ir dando tumbos intelectuales por las ondas mientras Rosety, siempre Rosety, tiene un montón de teorías elaboradísimas sobre cuestiones tan trascendentales como la importancia de un lateral derecho en sabe Dios qué zona del campo.

Y ahora vendrán los puristas a perseguir a periodista que no es objetivo, al periodista que, ¡oh Dios!, no se sabe más de 10 jugadores de su equipo (esta año voy por 15), al periodista que no tiene un criterio uniforme para todo lo que se debate en una Caverna del Sporting, que no es poco. Queridos, es lo que hay. Y la razón es muy sencilla: servidor no ejerce aquí el periodismo. Ejerce el forofismo. Vamos, que soy un hincha. Y los hinchas podemos cambiar de opinión todas las veces que nos dé la gana. Y, además, podemos permitirnos el lujo de no saber quién es Berto.

P.D. ¿Quién es Berto?