La Crónica: Demostración de orgullo sin premio final

Dos caras bien distintas. Una cara mejor que la otra. Pero, al final, cara de bobo. El Sporting cayó derrotado en casa y no pudo recortar distancia con la zona de promoción. Lo hizo tras un partido loco que tuvo prácticamente perdido, pero que fue capaz de igualar con mucho corazón. En la recta final de partido, con el Sporting buscando el botín completo, Naranjo enterró las ilusiones rojiblancas y desató la locura en la esquina blanquiazul de El Molinón. Derrota rojiblanca ante la Ponferradina en un partido en el que la fortuna en las áreas le dio la espalda a los de Gallego. 

Los protagonistas eran prácticamente los mismos que recobraron la ilusión en Anduva. La novedad se encontraba en la banda zurda donde Puma Rodríguez ocupaba el lugar de un renqueante Jony. Desde el banquillo, el de Cangas del Narcea observó un buen inicio de los suyos. Con la confianza alta, empezó el Sporting arrinconando a la Ponferradina en los primeros minutos. El primer susto llegó por medio de Djuka que se plantó solo delante de Amir. No pudo definir el montenegrino en el mano a mano. El linier le echó una mano invalidando la acción por un fuera de juego que hubiera necesitado la confirmación desde el VAR. Djuka no embocó y la acción quedó en el limbo. 

El equipo de Jon Pérez Bolo no olía el balón en el primer tramo de encuentro. Un mal despeje de Babin terminó en un disparo de Juan Hernández que tapono bien la zaga rojiblanca. Fue la primera ocasión en la que los visitantes, espoleados por cerca de medio millar de aficionados, rondaron la portería de Mariño. El campo estaba volcado hacia el otro sector. Por las bandas, encontraba velocidad el Sporting. Calavera encontraba a Aitor y Kravets encontraba a Puma. El panameño fue el siguiente en probar fortuna con un duro disparo que atajó Amir. El éxito le esperaría después. 

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Estaba bien el Sporting, pero el balón parado volvió a ser sanguinario. Desde la esquina, puso un balón Ríos Reina con el veneno incrustado. Tras tocar en el primer palo, el balón acabó dentro de la red después de tocar en Christian Rivera que no se esperaba el rechace. La decepción se instauró en El Molinón, aunque pudo ser incluso mayor dos minutos después. Erik Morán desnudó a la zaga rojiblanca para que Edu Espiau ampliara la renta. Forzado por la llegada de Babin, el delantero erró lo que pocos fallan. Los jugadores de Bolo no se creían lo marrado. De todos modos, rápido se cobrarían su venganza. 

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Tampoco se creía su suerte Jordi Calavera tras verse forzado a decir adiós al partido sin llegar a la media hora de juego. Pinchazo muscular y Bogdan entraba para sustituir al catalán. Pese al golpe y al susto recibido, el Sporting no baja el pistón y buscaba el empate. Djuka volvía a estar activo dentro del área y observó bien la llegada de un omnipresente Rivera. El disparo del gijonés lo atajó sin problema el guardameta visitante. Se seguían soltando los rojiblancos, dueños del balón durante toda la primera parte y que comenzaban a asomarse cada vez más.

Puma pudo aprovechar un regalo de Paris Adot, pero lo mandó arriba. Los regalos estaban en el otro área. Mariño fue incapaz de atrapar un balón que no entrañaba mucha complicación. Edu Espiau cazó el rechace, lo mando al larguero y el balón volvió a ser enemigo de la defensa rojiblanca. Rechace involuntario en la retaguardia de Mariño y para dentro el segundo. Demasiado peaje en la primera parte para un Sporting que, sin ser peor, se llevó la peor renta en contra de la temporada al descanso. 

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Se quedó Pedro en el camerino para dar entrada a un cambio de sistema. Salió Gallego con dos delantero, uniendo a Eric Ramírez y a Djuka en el frente de ataque. A los tres minutos, el juego le dio la razón. Asistencia de Aitor desde la banda diestra, no llegó Djuka, tampoco el venezolano. Por detrás, Puma Rodríguez mandó el balón al fondo de la red. Sin tiempo para que la Ponferradina asimilara el golpe, llegó la segunda estocada en la siguiente jugada. También, con sello panameño. Le ganó la partida a Paris Adot dentro del área y definió sin complejos para hacer el segundo. Su segundo de la tarde y de la temporada. La locura hecha futbol en el inicio de la segunda parte. 

La Ponferradina logró despertar tras los dos golpes. Bolo movió el banquillo para recomponer a su dolido equipo. Cerca estuvo de volver a adelantarse tras un centro que se paseó por la frontal del área pequeña de Mariño. Afortunadamente, nadie pudo llegar para darle otra pizca de locura al partido. En el otro área, la presión no cesaba. Eric Ramírez entró francamente bien al partido y descargó cada balón que le llegó. En uno de ellos, encontró a Puma que cerca estuvo de su tercero. Disparó duro y obligó a Amir a intervenir para negarle la remontada completa al panameño. 

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Tras el esfuerzo del inicio de la segunda parte, el Sporting se vio obligado a levantar el pie del pedal. Las piernas ya pesaban. En el banquillo visitante, un sempiterno Yuri entraba al partido. Su mera presencia retrasó a la zaga rojiblanca varios metros. Cosas de la experiencia. Para contrarrestar, Gallego dio entrada a Jony para buscar con descaro los puntos. El Molinón creía y los rojiblancos le daban los motivos necesarios. Fue Jony el que tuvo en sus botas la victoria tras una buena contra iniciada por Mariño. Amir le negó el gol al '9' rojiblanco. En el rechace, Djuka remachó pero un defensor berciano despejó bajo el larguero. 

Con el Sporting volcado, la Ponferradina quiso recordar su condición de equipo de promoción. Encontraron huecos los de Bolo y Agus Medina se plantó en el interior del área para definir ante Diego Mariño. El gallego mantuvo el tipo para evitar el gol visitante con su brazo izquierdo. Sería inevitable minutos más tarde. Ríos Reina volcó un buen balón al interior del área donde un ávido José Naranjo metió la puntera para volver a poner a la Ponferradina por delante. El gol lo acompañó el lío, con el lanzamiento de una botella sobre los jugadores bercianos cuando celebraban el tanto. Ni la mayor frustración justifica un gesto así. 

El gol fue un jarro de agua fría. No lo merecía el Sporting y el ambiente lo reconocía. Ya en el descuento, Eric Ramírez pudo convertir la decepción en un mal menor, pero no definió con contundencia en el mano a mano. Cayeron los rojiblancos con la cabeza alta en un partido en el que la fortuna penalizó mucho a los de Gallego. Sin acierto es muy complicado estar arriba. Sin contundencia atrás, también. Si todo eso se junta con que la suerte no está de tu lado, la situación se explica prácticamente sola.