Álvaro Cervera se pronuncia por primera vez desde su salida del Real Oviedo
El técnico reconoce que en Oviedo le pidieron jugar de una forma diferente: “tal vez no lo entendí bien y no fui capaz”
Hace ya algo más de dos meses desde que Álvaro Cervera fue destituido del Real Oviedo. En la capital del Principado había muchas esperanzas depositadas en su figura y en el proyecto de Pachuca, pero el técnico no fue capaz de dar con la tecla y tras seis jornadas sin ganar dijo adiós al equipo. Desde entonces, el conjunto azul ha dado un cambio radical, tanto en su propuesta como en la situación clasificatoria, y vive su mejor momento del curso.
El ecuatoguineano ni siquiera llegó a los 50 partidos con el club carbayón, pero por ahora se toma un respiro de los banquillos. “Estoy en casa con mis hijos después de la mala experiencia de Oviedo. El primer año salió más o menos bien y en el segundo nos tuvimos que ir muy pronto”, asegura en una entrevista en Relevo.
Cervera siempre destacó por su sinceridad en cada comparecencia y admite que llegó a tener desconfianza incluso de su persona. “Estás un tiempo en el que dudas de todo, hasta de tí mismo, sobre todo después de un despido. Te preguntas por qué, pero son dudas como en cualquier relación que se rompe y que se va poniendo en su sitio. Piensas mucho en el pasado, pero ahora estoy más tranquilo”.
Pocos entrenadores en el mundo del fútbol tienen tan clara su propuesta futbolística como él. Cervera no engaña a nadie. Sin embargo, tras sus recientes despidos reflexiona sobre si debería modificar en algo su discurso. “Puede ser, llevo mucho tiempo y a través de la palabra ahora no me voy a hacer otro estereotipo. Gente allegada a mí me dice que trate de cambiar el discurso. Yo pienso en evolucionar, en ir añadiendo cosas”, prosigue.
Sobre la gestión del grupo, el técnico explicó su procedimiento y recalcó que siempre le ha ido fenomenal cuando hay buenas personas de por medio, aunque reconoce que “se va haciendo mayor”.”Me era más fácil antes. Anoche hablaba con un jugador que tuve, lo hacíamos de forma fluida. Me es más complicado mantenerla con un chaval de 20 años, con el que es más difícil hablar de ciertas cosas que no sea fútbol”.
Y también reconoce estar abierto a darle una vuelta de tuerca a lo que ha hecho hasta ahora. “Tengo una idea y se la explico a los jugadores el primer día, no les pido lo que no pueden hacer. Somos bastante sencillos en eso. Me gusta que cuando se lo explique tengan miradas cristalinas, que les guste lo que propones es lo principal. Pero también tenemos que ser capaces de darle algo más a los jugadores cuando lo necesiten, de que cuando no ganas seas capaz de tener más mecanismos para volver a conseguirlo”.
El orden defensivo es lo primordial y el trabajo con balón pasa a un segundo plano con el objetivo de ganar, el gran objetivo. El problema habitual en estos casos es que cuando dejas de ganar la relación grada-entrenador se erosiona hasta tensar demasiado la cuerda y muchos empiezan a pedir un fútbol más ‘alegre’. Un aspecto que cree que no le exigieron en Cádiz, pero sí en Oviedo. “En Cádiz fueron casi siete años, allí la gente vio al equipo de Segunda B a Primera de una forma. Quizás algunos pensaron que luego teníamos que jugar diferente. A mí no me exigieron eso, en Oviedo quizás sí. Ahí sí llegué en una situación para salvar al equipo y al año siguiente, sí, tal vez no lo entendí bien y no fui capaz”, reconoce.
A pesar de sus malas experiencias recientes, el entrenador quiere volver a los banquillos. Aunque por ahora no tiene prisa. “No estoy ansioso por entrenar”. Eso sí, cada lunes se planifica los partidos que va a ver el fin de semana. Incluso se permite el ‘lujo’ de ver algún partido que “no le va a gustar”, pero con el que “va a aprender mucho”.