La intrahistoria del primer penalti azul: Un ruego, tres cartulinas y un final feliz
El Oviedo lanzó en la noche de ayer su primera pena máxima en la presente campaña y consiguió sumar un punto ‘in extremis’
Hay ciertos días en los que da la sensación de que por mucho que pase el tiempo, el marcador no se va a mover. En esas se encontraba ayer el Real Oviedo, que había estado por debajo en el marcador desde el minuto 2 y que no fue capaz de derribar la maraña defensiva del Cartagena de Julián Calero hasta los últimos instantes del choque.
Fue a partir del descuento cuando emergió la figura de un Paulino que se echó el equipo a la espalda y demostró personalidad. Como de costumbre partió de la banda derecha, caracoleó hacia dentro y filtró un excelente pase de tacón que precedió a la acción del penalti. Una pena máxima que él mismo transformó minutos después. Y, entre medias, fútbol.
Alemao avanzó hasta línea de fondo y Kiko Olivas le pisó. Tras ver la repetición pocas dudas había de que el central blanquinegro había hecho penalti. Alemao se retorcía en el suelo mientras el colegiado Ávalos Barrera se comunicaba con la sala VAR. Colombatto, que ya se olía lo que podía suceder, cogió el balón y no lo soltó durante todo este periodo que fue corto, pero eterno para muchos.
El árbitro fue a ver la acción y mientras estaba de camino, Paulino ya se acercó a hablar con el argentino para pedirle lanzar el penalti. “Le tengo que dar las gracias a Colombatto, porque en la lista le tocaba a él y le dije por favor que me dejase tirarlo, que me sentía con confianza. No me puso ningún problema, me dijo que ahí tenía el balón y que lo metiese”, aseguró el cántabro.
Ávalos Barrera señaló el penalti y mientras todos los protagonistas se colocaban aparece otro de los nombres propios de la acción: Dani Calvo. El central fue el guardián del punto de penalti, evitando que cualquier futbolista del Cartagena pisase la zona para provocar un peor lanzamiento. El fútbol es de listos y Calvo supo interpretar bien la acción. Sin embargo, la tensión del choque hizo que cayese en las provocaciones de un Héctor Hevel que buscó justamente eso: la disputa. Finalmente, amarilla para ambos y a seguir.
Los focos vuelven a apuntar hacia el lanzador. Colombatto sigue acariciando el balón como si de un hijo se tratara. Pero el pescado ya estaba vendido desde la charla anterior. El argentino colocó el balón sobre el punto de penalti, alejó a los futbolistas del Cartagena que seguían molestando alrededor y Paulino de la Fuente se acercó a la zona. La compenetración entre ambos era total. No hizo falta ni una mirada.
Era un momento inédito en la presente temporada, pues hasta ahora el Oviedo no había disfrutado de ningún penalti a favor. El cántabro lanzó el penalti engañando a la perfección a Marc Martínez y rápidamente Colombatto cogió el balón para buscar el segundo. Tras posarlo, él y Paulino se fundieron en un bonito abrazo, pero no había tiempo que perder. Los azules intentaron la remontada, pero tuvieron que conformarse con un punto que sabe a poco. Al final, un penalti con final feliz que permite disfrutar de esos detalles en el fútbol que a veces pasan desapercibidos.