El Sporting, Mareo y su último gran juvenil
Casi una docena de los jugadores del juvenil A de la temporada 2017-18 llegaron a debutar con el primer equipo
Ni tanto ni tan poco. No es normal que el Sporting de Gijón no sea capaz de contar en primera ronda de Copa del Rey con una representación de canteranos formados en las categorías inferiores. Tampoco que, como el juvenil A del curso 2017-18, la mitad de integrantes de un mismo equipo alcance el primer equipo.
Rubén Albés trató de relativizar la situación en la rueda de prensa previa al partido de este domingo en Burgos. Lo hizo para profundizar sus explicaciones acerca de la escasa presencia de miembros del Sporting Atlético en la primera eliminatoria de la Copa del Rey.
La historia de Mareo ha demostrado que son necesarias muchas oportunidades para obtener el premio final de la formación. No valen todos los que tocan el fútbol profesional en algún momento, eso también está acreditado, pero sin el elevado y habitual cupo de promociones otros tantos se hubiesen quedado en el camino.
Además, hay casos conocidos y recientes que muestran que no es imprescindible el debut de un canterano para inmediatamente después asentarse en el primer equipo. Por ejemplo, Pablo García convivió dos temporadas jugando en el primer y segundo equipo. Incluso Pedro Díaz necesitó dos años desde su debut para asentarse entre los profesionales.
Prueba de la dificultad de alcanzar y quedarse es precisamente el último gran equipo juvenil. El equipo dirigido por Isma Piñera en la temporada 2017-18, que fue campeón de su grupo y disputó la final de la Copa de Campeones. 11 futbolistas de esa plantilla debutaron en partido oficial con el primer equipo. Solo cinco de ellos (Gaspar Campos, Guille Rosas, Pablo García, Christian Joel y Gragera) se consolidaron. Las lesiones se lo impidieron a Pelayo Morilla. También Enol Coto y Jordi Pola tuvieron su peso en algún momento, aunque finalmente terminaron saliendo del club, así como César García, Mecerreyes y Trabanco.
Al margen del filtro, que pocas veces había estado tanto alto, y del nivel en el filial, que es alarmantemente inferior de lo debido, la entidad asturiana probablemente ya no pueda persuadir como antes lo hacía. Por un lado, en la captación de talento asturiano compite con el Oviedo y, por el otro, la barrera para debutar en el primer equipo ha subido un par de escalones. "Para llegar hay que tirar la puerta abajo", se suele decir. Una exigencia que sin embargo no siempre se cumple con los futbolistas que llegan a Gijón procedentes del mercado de fichajes. No todos tienen las mismas condiciones o facilidades.
Dejando a un lado el cambio en la dirección de Mareo, de cuyas líneas maestras como mínimo se puede dudar, tampoco parece lo más oportuno condicionar las promociones a rendimientos inmediatos y de forma continuada. Los estrenos en partidos como el de Soria no cuestan dinero, tampoco suelen traducirse en descalabros deportivos y son la mejor prueba para intuir si pueden llegar a hacer carrera. No se trata de 'regalar' sí o sí media docenas de oportunidades. Tampoco de cerrar la puerta a cal y canto porque no hay un canterano saliéndose en Tercera Federación. Todos los implicados en la gestión, desde la búsqueda de talento en el filial hasta la intervención para optar a amortizarlo, están dejando a un lado el término medio.