Lo que pudo ser y no fue: La contracrónica del Oviedo desde Pedro Miñor
Más de un millar de oviedistas apoyaron al conjunto azul en la capital del Principado en una tarde de muchas emociones
No pudo ser. En las finales solo puede haber un ganador y, desgraciadamente, en esta ocasión salió cruz para el Real Oviedo. Hablo de ganador, no de perdedor, porque desde luego que el conjunto azul no lo fue pese al resultado. La próxima temporada volverán a estar en Segunda, eso sí, pero el Oviedo ya ha vuelto. Basta con ver lo que se vivió en la plaza Pedro Miñor.
Desde primera hora de la mañana toda la ciudad de Oviedo estaba teñida de azul. Solo se veían bufandas y camisetas del Real Oviedo por cualquier rincón. También en Miñor, donde casi dos horas antes del partido ya se vislumbraba una previa a la altura de las grandes citas de esta temporada. La ilusión era el denominador común de más de mil oviedistas que se habían dado cita en la plaza. Habían llegado de todos los lugares, desde la propia capital e incluso desde Zamora, confesaba Juan, que había viajado hasta Oviedo solo para seguir el partido con los suyos.
Antes del encuentro, todos se emocionaban por algo. Yolanda lo hacía por su abuelo, aquel que le había inculcado el oviedismo desde pequeño y que desgraciadamente ya no estaba junto a ella; Yoel lo hacía por su hija Noa, quien cumplía 11 años y quería como regalo el ascenso del Oviedo. “Aún no ha visto al Oviedo en Primera, pero hoy lo hará”, aseguraba entre lágrimas. Finalmente no fue así, pero desde luego que la temporada en general será un punto de inflexión positivo para muchos.
El fútbol es fútbol, eso es así. Los resultados mandan pese a veces sean engañosos. Y aunque el de esta tarde no lo fue, un gol arriba o abajo no va a cambiar el verdadero triunfo que ha conseguido el Oviedo este año. La pasión y el sentimiento, inculcado desde los mayores hasta los más jóvenes, ya está sembrado. Y también se empieza a recoger. Ahí el Oviedo fue, es y será de Primera. Los jóvenes, pese a irse derramando lágrimas de Pedro Miñor, vuelven a sentirse orgullosos del azul. Y eso vale más que cualquier otra cosa.