Un lobo herido es aún más peligroso

Los azules intentarán lamerse las heridas del derbi asturiano con una victoria ante el Burgos, y de paso, acercarse al sueño del ascenso

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carrion
Mar, 13/02/2024 - 21:33

Dicen en Gijón que Caperucita se devoró al lobo. Nada más lejos de la realidad, tan solo fueron unos rasguños, aunque algunos se empeñen en darle cristiana sepultura. Es evidente que perder en casa de tu máximo enemigo conlleva un peaje más duro que hacerlo en otro escenario, pero nada que una victoria ante el Burgos este sábado en el Carlos Tartiere no cure.

A pesar de tener que remar a contracorriente en un derbi donde todo estaba en contra (ambiente, decisiones arbitrales o el tempranero gol de los rojiblancos), el Real Oviedo demostró personalidad, esa que absorbió desde el primer día desde la llegada de Luis Carrión al banquillo oviedista. Los azules fueron fieles a su estilo y buscaron con valentía un empate que jamás llegó, aún con todos los condicionantes que rodearon al partido, y que en condiciones "normales" quizás hubiesen sido suficientes para desbaratar la fiesta rojiblanca.

Tras la derrota, los azules exhibieron señorío. Los del verde felicitaron a sus rivales, y los de la grada despidieron con orgullo a los suyos, aún con la amargura que supone perder en casa de tu eterno rival. Incluso con las pulsaciones altas, Luis Carrión volvió a demostrar la prudencia que lo caracteriza, y eso que contaba con razones para salirse del guion. Incluso aprovechó para levantar el ánimo de la tropa oviedista, necesitada de cariño tras un derbi para el olvido: "Tenemos que seguir. Lo que queremos todos es poder celebrarlo el 3 de junio", expresó el técnico azul.

Ese mensaje lanzado por Carrión en sala de prensa debería grabarse a fuego - si no lo está ya - en el vestuario oviedista de aquí al final de la temporada. El entrenador barcelonés, caído de pie en la capital del Principado, cuida cada detalle en cada una de sus intervenciones públicas. Sus palabras, casi nunca vacías, han servido para contagiar su ADN ganador a sus futbolistas, al mismo tiempo que se ganó el respeto de la afición oviedista, que no dudó en alistarse al batallón de Carrión. Lo vivido el sábado en El Molinón, y también en las horas previas en el Carlos Tartiere, debe servir de algo.

Para poder cicatrizar las heridas provocadas por el derbi asturiano, nada como una victoria ante el Burgos. Un partido en el que los azules deben vomitar toda la rabia contenida y, de paso, conseguir tres puntos para reengancharse a la manada de los escapados. Porque el lobo, a pesar de los arañazos, sigue siendo un lobo. Y un lobo herido es aún más peligroso.