Zona Luis Aragonés
Llegados a este punto de la temporada, Heri Frade establece cuatro aspectos claves para que el Oviedo sea competitivo en la recta final de LaLiga SmartBank. "Los del campo, los del banquillo, los que gestionan y los que animamos"
Enseguida vamos a entrar en la que se denomina –y es algo que parece que ha quedado tan instaurado como aquello de “El Clásico“ que a mí me sigue chirriando– “Zona Luis Aragonés” del calendario, los diez últimos partidos. Es como la evaluación continua en el instituto (que ahora ya no sé si sigue existiendo con tanto cambio de plan de estudios). Lo que hayas hecho durante el curso ahí está, pero lo que te dará la nota final será lo que seas capaz de ganarte a partir ahora.
A cada alumno, que sería cada equipo, se le evalúa en función de sus capacidades y expectativas. Todos saben, todos sabemos, aproximadamente, cuánto vale en cada caso el sobresaliente, el notable, el aprobado y el suspenso. Cada uno echará sus cuentas y verá cuán grande, factible y realista ha de ser el atracón de última hora que habrá de pegarse para agarrar los puntos necesarios de los 30 últimos.
A estas alturas de una Liga, y más con la igualdad que viene caracterizando a la Segunda División (que, quizá, se ha agudizado en el último lustro como en el resto de las categorías, sobre todo hacia abajo), todos los equipos han pasado por todo. Todos conocen sus virtudes y sus defectos, los propios y los ajenos. Ya nadie sorprende a nadie. Bienvenidos a la hora de los detalles y de los clubes.
¿Detalles? Ir fuerte, pero con sentido, a por cada balón; ser responsable, práctico y contundente; no relajar la atención ni las vigilancias tras una falta, un córner o un saque de banda; pensar que un empate, mañana, puede ser un resultado no tan malo; no hacer cosas que no corresponden a tus capacidades o a la zona del campo que estás ocupando; juntarte y saber sufrir durante los momentos que le toque dominar al contrario... En suma, se trata de potenciar virtudes y disimular defectos, que suena así muy obvio, pero fácil no debe ser porque si no, todo les saldría bien a todos. ¿Y el club? El club somos ellos y nosotros. Los del campo, los del banquillo, los que gestionan y los que animamos.
Los del campo han de entrenar y jugar lo que les toque tirando del compañero, que luego podrá ser su amigo, su conocido o nada en absoluto, pero el rato que lleven el mismo escudo en el pecho han de protegerse como familia de primer grado de consanguinidad.
Los del banquillo, a brindarles las herramientas y a utilizarles de la mejor manera para optimizar sus aportes, lo cual casi nunca significa alinear a los once que tú y yo pondríamos para deleitarnos la vista. Los cuerpos y las mentes de los futbolistas arrastran ya ciertos y diferentes desgastes que hay que saber ponderar para que el bloque responda a la altísima exigencia que comportan los partidos.
Llevo tiempo pensando y diciendo que la titularidad está sobrevalorada en el Fútbol de hoy porque hay encuentros, la gran mayoría, que precisan mucha maduración y que obligan a los técnicos a guardarse varios “cambios de marcha” en la banqueta, unos de más empuje y otros de más calidad, con los que ir a la recolecta, como sucedió en el rato que disputó Borja Sánchez en Ponferrada. Para su hoja personal de servicios sirvieron tanto o más esos quince minutos brillantes que noventa y cinco de destellos sueltos.
Los que gestionan han de ir tocando resortes y tomando decisiones lo más acertadas posible para generar ambientes de trabajo sanos y agradables, entre semana y el día del partido. No se trata sólo de llenar el Tartiere, que estaría muy bien, sino de que los que vayan lo hagan a una hora decente y a un asiento limpio de un recinto con servicios y contenido añadido que inviten a vivir en ambiente de fútbol mucho más allá de sus noventa y pico minutos.
Y esos que vayamos a animar pues nos dedicaremos a vivir con ese corazón en la mano y la garganta caliente para ayudar a nuestro equipo a llegar cuando no llegue, por supuesto sin renunciar a nuestros sanos e inherentes derechos a soñar, al pataleo y a debatir sobre Fútbol y sobre nuestro Oviedo. Ahora bien, y esto ya es una opinión muy mía, yo no me desgastaría mucho en grescas en torno a nombres, en las que Ziganda se lleva la palma, porque nos gusten más, menos o nada, los que están son los que son y los que serán hasta final de temporada.