La Crónica: Ni Abelardo es capaz de reanimar al Sporting

Este Sporting anuncia ruina. En una tarde en la que se esperaba la reacción propia de un entrenador nuevo, el Sporting no reaccionó. Ni mucho menos. Ni los golpes que llegaban desde el Fernando Torres fueron espolón suficiente para un Sporting que adoleció la poca preparación con la nueva disposición. Abelardo cambió el dibujo y el equipo lo notó. El Huesca se adelantó en un nuevo error enmarcado dentro del enésimo capítulo de fallos a balón parado y fue Pedro Díaz el que salvó los muebles con un gol en la recta final. Dos puntos para el descenso. El Sporting huele el abismo. 

Con novedades en el once, dio comienzo la segunda etapa de Abelardo al frente del banquillo del Sporting de Gijón. Sin Fran Villalba, jugador con más minutos en lo que va de temporada, en el once, apareció el cambio de sistema. Con un pivote defensivo conformado por Gragera y un reaparecido Rivera, Abelardo optó por ubicar a Pedro en la banda derecha. La nueva posición del '8' le alejó de la creación y eso alejó al Sporting del fútbol. En creación, estuvo desaparecido el Sporting en el inicio de partido. 

Fue el Huesca el que parecía jugarse algo en El Alcoraz en el inicio del partido. El control del balón y las primeras llegadas al área rival fueron oscenses. Sin ser llegadas claras, el equipo de Xisco Muñoz era el que proponía más. A través de saques de banda largos, el Huesca intentaba meterse en las inmediaciones de Cuéllar. Por medio de Marc Mateu y su catapulta, el Huesca hacía algo que el Sporting no lograba: proponer. 

Pero el Huesca también demostró jugar sin la presión clasificatoria. Sin llegar a apretar el acelerador, el equipo oscense controló la posesión mientras que el Sporting se limitaba a buscar balones en largo a la cabeza de un buen posicionado Christian Rivera. El gijonés regresó tras la sanción en el derbi y fue de lo mejor en el pobre bagaje rojiblanco en la primera parte. Más desafortunado volvió a mostrarse Juan Berrocal, quien volvió a cargarse demasiado pronto con una cartulina amarilla por una acción tardía. Otra más. 

El desastre de la primera parte pudo ser peor si Escriche hubiera estado más fino en el remate de cabeza. Le ganó la partida a Juan Berrocal para meter la testa tras un buen envío de Marc Mateu. Fue la más clara del Sporting en una primera parte en la que el efecto Abelardo no asomó. 

Tras el paso por vestuarios, Abelardo no modificó el plan original. El Sporting volvió a ser el mismo equipo que en los primeros minutos, sin intensidad y sin la voracidad que vaticinaba en la previa el técnico rojiblanco. Su equipo se mostró inoperante en ataque. Algo que no mostró el Huesca. A balón parado, eterno lunar de la temporada rojiblanca, el equipo de Xisco Muñoz hizo sangre. Kravets observaba pasmoso como Florian le adelantaba por la derecha y por la izquierda. El lateral del Huesca, con los pies plantados en el suelo y sin necesidad del salto, remató el balón con la cabeza para ahondar en la profunda crisis rojiblanca. 

Reaccionó, al fin, Abelardo devolviendo a escena a Villalba. Con el valenciano y con la entrada de Gaspar, el Sporting recuperó algo de fluidez en la creación del juego. Nada sobrehumano. Pero era muy fácil mejorar lo presente. Pese a la mejora, el Sporting no se dejó ver con más fluidez en la zona visitante. Solo Pedro Díaz desde la frontal parecía ser capaz de crear peligro.

Imagen

 
Sería precisamente el '8' el que demostró ser de los pocos en creer en que la temporada no puede tener el final que se avecina. Guille Rosas se adentró en una de sus pocas aventuras en campo enemigo para encontrar algo de luz. Apareció un siempre atento Víctor Campuzano para filtrar un balón a la frontal donde aparecía, como siempre, Pedro Díaz. En su zona de confort, el sierense encontró el hueco necesario para encontrar el camino del gol que tanto se le resistía al Sporting de Abelardo. 

En la recta final, tras el empate, el partido pudo caer para cualquier lado. Los puntos fueron irse al completo para Gijón de la mano de Aitor García. Gaspar se la puso en bandeja de plata, pero un mal control y una buena intervención de Andrés Fernández le bajaron la persiana. Y así cerró el partido el Sporting. Decepcionado, dolorido y conocedor del que puede ser su destino. Ni Abelardo fue capaz de reanimar a un equipo inerte.