Historia del Sporting (V): El ultraje del Metropolitano

Sucedió en un partido frente al Barcelona en la Copa del Rey de 1924, cuando el Sporting, indignado, se retiró del campo ante la labor del colegiado

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Copa Sporting 1924
Manolo Meana y Sancho, capitanes del Sporting y Barcelona, se saludan antes del encuentro copero disputado en Gijón
Mié, 01/06/2022 - 18:52

La Copa del Rey, entonces llamada de España, de 1924 le tendría reservada una desagradable sorpresa al Sporting. El club rojiblanco quedó emparejado con el F.C. Barcelona para los cuartos de final, después de que los rojiblancos vencieran ampliamente al Racing de Santander, con victoria en El Molinón por 7-0 en la ida y de 2-3 en la vuelta jugada en El Sardinero.

Ya en cuartos, el Sporting cayó derrotado por 2-0 el 6 de abril en tierras catalanas, en el campo de Les Corts. Idéntico resultado se produjo una semana después, pero a favor del equipo asturiano, en El Molinón, que arrojó un lleno histórico. Así, la R.F.E.F. dispuso que se celebrara un encuentro de desempate en un terreno neutral. Se acordó disputarlo en el Metropolitano de Madrid el 16 de abril de 1924. Y esa fecha pasará a la historia por el robo padecido por el Sporting y por ser la primera y única vez que el club gijonés abandonó el terreno de juego antes del pitido final. En ese momento se entonó el famoso “ultraje del Metropolitano”, tal y como lo calificó la prensa de la época.

El árbitro designado para el encuentro fue el madrileño Luis Colina, que era también presidente del Colegio Nacional de Árbitros e, incluso, llegó a ser seleccionador nacional en un único encuentro, que sería dirigido por el triunvirato formado por José Rosich, Julián Olave y el propio Luis Colina. Para el partido se había movilizado la afición sportinguista. Algunos aficionados se desplazaron expresamente en tren desde Gijón y la colonia asturiana en la capital se había unido a esa incipiente mareona de principios de siglo.

El encuentro comenzó con un equipo culé ultrarevolucionado, con entradas muy duras sobre los sportinguistas que el colegiado no señalaba. El público no daba crédito a lo que presenciaba, pero las gotas que colmaron el vaso fueron dos agresiones del jugador barcelonista Pepe Planas. La primera víctima fue Arcadio Suárez y después Manolín Argüelles, lo que provocó la indignación del numeroso público que poblaba el graderío y en el que había también notable presencia de la comunidad asturiana residente en Madrid.

Además, el trencilla, cuando el marcador señalaba 1-1, anuló sorprendentemente un gol a Manolo Meana, tras un disparo desde fuera del área sin que hubiera contacto alguno entre ningún jugador. Pero del posible 2-1 se pasó al 1-3 en un saque de esquina en el que el portero gijonés Amadeo fue descaradamente empujado. Los jugadores rojiblancos, indignados, decidieron retirarse del terreno de juego.

La policía tuvo que proteger al colegiado de la furia del público ante su escandaloso arbitraje. Durante una hora estuvo el Sporting encerrado en los vestuarios negándose a salir. Los jugadores del F.C. Barcelona exigían que el encuentro se diera por terminado por retirada sportinguista, pero las autoridades presentes trataban de convencer a unos y otros de que el encuentro debía seguir disputándose para evitar problemas de orden público.

Al cabo de una hora de negociaciones se llegó al acuerdo de que ambos equipos saliese al terreno de juego para disputar los diez minutos que restaban de encuentro. No fue posible porque entonces quien se negó a salir fue el colegiado, alegando que había pasado demasiado tiempo y que, además, el público le había insultado gravemente, dando por terminado el encuentro con el resultado de 1-3 a favor del F.C. Barcelona.

La polémica trascendió y el presidente de la Real Federación Asturiana de Fútbol, Avelino Blanco, envió una carta de protesta que, unida a las crónicas periodísticas que relataron lo sucedido, sirvió para que el propio presidente del Comité Nacional de Árbitros, Luis Colina, fuera sancionado durante un mes sin pitar partido alguno por el mismo comité que presidía.

Lamentablemente, no hubo opción de repetir el partido ni de disputar los minutos que faltaban, que era lo que el Sporting, por medio de la R.F.A.F. reclamaba. El resultado fue inamovible y el F.C. Barcelona pasó a las semifinales de una Copa del Rey que acabaría ganando el Real Unión de Irún. Fue la única ocasión en la que un equipo del Sporting se retiró de un terreno de juego sin que hubiera concluido el partido.