Almada empieza a dejar su sello
A pesar de la falta de gol y de no haber conseguido el triunfo, el Real Oviedo proyectó una esperanzadora imagen en el debut del uruguayo en el banquillo azul
LA LIGA
El Real Oviedo de Guillermo Almada ha echado a andar. Lo hizo ayer ante el Celta de Vigo en el Carlos Tartiere. A pesar de que el objetivo de los carbayones era la victoria, la imagen que proyectó el equipo dejó un buen poso entre el oviedismo, que despidió entre aplausos a los suyos tras el pitido final.
Si bien los gallegos protagonizaron alguna ocasión de peligro, a los puntos fue el Oviedo el que dominó la mayor parte del partido. Por un lado, secando a los jugadores más importantes de Giráldez, como Swedberg, Ferrán Jutglá, Bryan Zaragoza o Iago Aspas. Y por otro, dando instrucciones a los suyos para llevar el peso del encuentro, tal y como reflejan algunos datos. Por ejemplo, fueron los de Guillermo Almada los que más veces dispararon, con 10 tiros por seis del Celta, además de haber dispuesto de más saques de esquina que su rival.
Uno de los hechos que más llamó la atención de Almada tiene que ver con los nombres por los que apostó. A pesar de llevar pocos días en el Oviedo, el uruguayo tuvo personalidad para dar entrada a futbolistas que no venían participando y que rindieron a un nivel más que correcto. Eric Bailly y Kwasi Sibo, ambos claves en labores de contención, dan sentido a una apuesta que de mano llamó la atención. Además del cambio de sistema, claro, con dos extremos puros y con Fede Viñas actuando como referencia ofensiva en vez de Rondón.
Otro de los aspectos que más llamó la atención durante el partido fue el balón parado. Pero no el propio, el del contrario. Cada vez que el Celta disponía de un saque de esquina, Almada ordenaba a los tres de arriba a quedarse en campo contrario, obligando a Giráldez a dejar a tres de sus efectivos con ellos. Una situación que no es muy frecuente en el fútbol, pero que habla a las claras de la personalidad del técnico uruguayo. Y sobre todo, de su valentía.
Durante el encuentro también se vio a un Oviedo con mordiente, con una alta presión que en muchas ocasiones precipitaba al conjunto vigués a cometer errores. De hecho, los carbayones robaron algún balón comprometido que a punto estuvo de costarle caro al Celta. Otra de las directrices del nuevo entrenador fueron los centros laterales, con un total de 28. Para poner en contexto este dato, el Celta efectuó seis.
A pesar de la identidad que va generando este nuevo Oviedo de Almada, el técnico uruguayo no se va del todo satisfecho al parón navideño. "¿La idea que yo tengo? Está muy lejos todavía. Me gusta jugar con mucha más intensidad de la que hicimos. Eso demanda tiempo, preparación y automatizar lo que uno quiere porque los recorridos son distintos a los que están preparados. No es ni mejor ni peor que antes, simplemente es lo que a uno le gusta. En muchos momentos tuvimos el control del partido, pero necesitamos un volumen futbolístico mayor", expresó el preparador de Montevideo tras el encuentro.