Datos: Una sangría de estrategia que no es para tanto

Es uno de los principales lunares en el juego rojiblanco. Cada vez que el equipo rival planta el balón en el césped para colgar un balón al área del Sporting de Gijón, los aficionados tiemblan. Cierto es que los equipos rivales le rematan un alto porcentaje de los balones que llegan a la parcela de Diego Mariño. Pero no todo es tan feo como lo pintan las sensaciones. Tras 21 jornadas, el Sporting solo ha recibido tres goles de jugadas de estrategia. 

Dos faltas laterales y un córner son los encargados de emborronar la estadística. En la jornada 3 ante el Mirandés, un balón parado terminó en una prolongación al primer palo que el Sporting no pudo despejar y acabó en el gol burgalés que no impediría la victoria rojiblanca. Pasaron jornadas y el Sporting seguía sin recibir. Sufría pero aguantaba el tipo. El segundo tanto llegó en Ponferrada en medio de una debacle defensiva para el olvido. Tras el tanto de Nacho Méndez que invitaba a la esperanza, el equipo de Bolo colgó una falta cerca de la línea de fondo que el Sporting no pudo despejar. 

Ante el Fuenlabrada, llegó la única ocasión en la que Mariño recogió el balón de su portería tras un saque de esquina. Fue un balón al interior del área que Damián cabeceó sin oposición. Primer córner encajado y último hasta la fecha. En el encuentro ante el Ibiza, el Sporting sufrió lo que no está escrito con el juego aéreo balear. Todos los balones llovidos sobre el área encontraban una camiseta celeste para rematar. Pero sin acierto. Una costumbre que se ha ido alargando durante toda la temporada. El Sporting sufre en el balón parado. Correcto. Pero es una sangría que, con los números en la mano, no es para tanto. Solo dos puntos han volado de la mochila rojiblanca con acciones de estrategia al fin y al cabo.