Historia del Sporting (XI): Del récord de Soto al experimento con Quini, Doria y 'Ciri'

Frichu Yustas reaparece en Killer Asturias con su undécimo capítulo de 'Historia del Sporting'. En esta ocasión, tras tanto penalti reciente, rescata datos de récord en paradas, así como los rojiblancos que más goles hicieron desde los 11 metros. También recoge una prueba muy curiosa ideada por Vicente Miera

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Joel Jiménez
Joel Jiménez, en la última de tanda de penaltis que ha tenido el Sporting.
Mar, 20/12/2022 - 18:07

Penaltis en la final del mundial y otro penalti que decide el derbi asturiano. El todo o la nada es el protagonista de este episodio de 'Historia del Sporting'. El penalti fue ideado como la pena máxima en un partido, el mayor castigo. Hasta 1891 se decretaba penalti cualquier falta que impidiese una ocasión manifiesta que se produjera cerca de la portería, en la zona delimitada por el área de la misma.

La ambigüedad del concepto “ocasión manifiesta de gol” provocaba numerosas controversias y discusiones hasta que fue aceptada la propuesta del irlandés William McCrum, arquero del Milford F.C. y directivo de la federación irlandesa, quien propuso que todas las faltas en el área serían sancionadas con un lanzamiento de castigo, situando la pelota a doce yardas (once metros) y sin ningún jugador que interfiriera entre el lanzador y el portero. El guardameta debía situarse a seis yardas de la pelota y de la portería, a medio camino de ambas. Posteriormente se le dio libertad para colocarse entre la portería y a un máximo de la citada distancia de seis yardas, pero en 1924 la norma fue nuevamente modificada: El portero debía permanecer bajo los palos, situado sobre la línea de gol.

Lo cierto es que hubo guardametas que detuvieron tres o cuatro penaltis (siempre durante el tiempo de juego del encuentro, evidentemente, sin incluir aquellos penaltis de rondas post-partido), pero ninguno se acercó al récord del sportinguista Soto, que detuvo siete en un mismo partido disputado en el año 1921 contra el Racing de Santander en los Campos de Sport de El Sardinero. Fue durante un encuentro como homenaje al piloto de aviación cántabro Joaquín Cayón y, pese al lamentable arbitraje del colegiado Femín Sánchez, el resultado final fue de empate a un gol gracias a la fabulosa actuación del guardameta gijonés.

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Penalti

 
En cuanto a los anotadores, el Sporting tuvo a lo largo de su historia verdaderos especialistas a la hora de lanzar las penas máximas. Curiosamente casi ninguno delantero: Manolo Meana, Juan Eraña, Víctor Doria, Ciriaco Cano, Joaquín Alonso o, por ejemplo, Quini. El Brujo es el máximo anotador histórico del club y fue el encargado de lanzarlos hasta que el propio jugador declinó seguir haciéndolo durante un largo periodo de tiempo. Octavo máximo realizador de penaltis en la historia de Primera con 30 goles en 43 lanzamientos. Solo por detrás de Messi (80 tantos), Cristiano Ronaldo (61), Hugo Sánchez (56), Koeman (46), Penev (41), Marañón y Dani (34) e igualado por Tamudo. El holandés es el que mejor porcentaje de acierto tiene, habiendo fallado solo seis. 

Además, en clave sportinguista, destaca el impresionante pleno del exrojiblanco Rafa Marañón en la temporada 1977-78, cuando militaba en las filas del Espanyol: 10 goles en otros tantos penaltis lanzados. Ni uno fallado. Tras Quini, Ciriaco Cano se convirtió en el segundo máximo anotador sportinguista desde los once metros. ‘Ciri’ logró 21 goles en los 36 penaltis que tiró. El tercero en el ranking, y el de mejor porcentaje, es Joaquín Alonso, que acertó 18 de las 24 ocasiones en las que ejecutó la pena máxima. Lo cierto es que el mejor futbolista asturiano de todos los tiempos, el gran Quinocho, no se consideraba un gran lanzador. Por eso, por iniciativa propia, no ejecutó tantos penaltis como pudo, lo que acrecienta aún más su mérito de los siete trofeos Pichichi logrados. Hubo periodos en los que, directamente, se negó a  lanzarlos.

Hubo una concatenación de hechos que hicieron que el delantero diera un paso atrás. Fue en la temporada 1977-78, con un Sporting de leyenda ya en la máxima categoría. Durante la semana previa al primer encuentro liguero, a disputar contra el Hércules, Vicente Miera (un entrenador que no dejaba cabo suelto y tenía decidido los lanzadores de penaltis para toda la temporada) decidió probar a Doria como tirador, acompañando a los habituales Quini y Ciriaco. Con su hermano Castro en la portería, los tres jugadores lanzaron media docena de penaltis cada uno. Doria, poseedor de un potentísimo disparo, los metió todos, mientras que el portero le detuvo tres a su hermano y un par de ellos al interior extremeño.

La prueba parecía haber funcionado, pero el técnico siguió manteniendo el orden previsto. En caso de penalti, el primero en lanzar sería Quini y en segundo lugar estaría Ciriaco. En la referida primera jornada, a pocos minutos para la finalización del encuentro y con un resultado de uno a cero a favor del equipo alicantino, el colegiado De Burgos Núñez señaló un máximo castigo a favor de los asturianos. Quini tomó la responsabilidad y el guardameta Deusto detuvo el lanzamiento. El Sporting debutaba en la liga con derrota por la mínima gracias a un gol del uruguayo Lattuada.

Tras el partido, Quini se lo expuso con claridad al entrenador rojiblanco: “Yo no tiro más penaltis, que lo haga Doria que no falla ni uno”. Y el técnico cántabro hizo caso al goleador asturiano. Ciriaco sería el primer lanzador en la competición liguera y Doria el segundo. Para el trofeo copero, el centrocampista y el defensa tenían el orden inverso en los lanzamientos. En caso de no estar en el campo ninguno de los dos, Quinocho, quisiera o no, debería asumir la responsabilidad del lanzamiento. No hizo falta. No tiró ningún penalti más hasta catorce meses después.