La fe oviedista puede con todo: Así fue la odisea de Roberto y su familia
Una avería en el motor de su furgoneta a la altura de León a punto estuvo de desbaratar el viaje a Alcorcón a este grupo de oviedistas, pero su pasión por el Real Oviedo desafía a lo imposible
A eso de las 9:30 de la mañana, la furgoneta de Roberto García ponía rumbo a Alcorcón desde Oviedo. Como es habitual, Roberto no viajaba solo. Con él lo hacía su familia: Marta, su mujer; Marcos, su hijo; Merce y Carmen, sus cuñadas, esta última ex-consejera del Real Oviedo; y Pablo, su sobrino. Risas, cánticos azules y algún que otro pronóstico para el partido ocupaban el tiempo mientras cruzaban el Huerna.
A cinco kilómetros para llegar a León, Roberto tuvo que detener la furgoneta. De mano, fue el chivato del líquido refrigerante lo que les frenó, pero una vez inspeccionada la avería, fue el motor lo que dijo 'basta'. Roberto llamó al seguro del vehículo y la respuesta que le ofrecían era devolverlos a Oviedo. Esa solución no les convenció y rápidamente la descartaron. Había que llegar a Alcorcón para animar a los de Carrión.
Probaron a telefonear a varias compañías de alquiler de coches cercanas a la capital leonesa, pero ninguna les brindaba un vehículo con seis plazas. Incluso hicieron una llamada de socorro a través de Twitter, con colaboración de la cuenta oficial del Real Oviedo, y aunque muchos oviedistas se ofrecieron a trasladarlos de vuelta, la mayor parte de la tropa azul había madrugado más y ya estaba llegando a Madrid.
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— Real Oviedo (@RealOviedo) March 23, 2024
Después de esperar una hora en una gasolinera, llegó la grúa para trasladar la furgoneta a Oviedo. No así a estos seis oviedistas, que no perdían la esperanza por estar a las cuatro y cuarto en Santo Domingo, aún sin haber concretado un plan de viaje alternativo. Con el crono a contrarreloj, a Roberto y su familia aún le quedaba una bala. Pidieron dos taxis y se dirigieron a la estación de tren de León para alquilar un par de vehículos y viajar por separado. Aquí sí tuvieron suerte.
No hubo otro remedio que agilizar el paso por la A-6 y comer unos bocadillos en el coche para llagar a tiempo. Y lo consiguieron, eso sí, con apenas cinco minutos de margen con respecto al inicio del partido. Con la lengua fuera y con los dos equipos saltando al terreno de juego, Roberto y su familia se unieron a los más de 600 oviedistas desplazados. Lo que pasó después ya es otra historia. "Nos llevamos un pequeño disgusto con el Oviedo", se sinceraron. A pesar de la derrota, su ilusión por el ascenso esta temporada sigue intacta. "No hay que perder la esperanza, estamos a tiempo de todo". Si alguien sabe de fe oviedista son ellos, Roberto y su familia.