¿Más defensivo que flexible?
A pesar de los buenos resultados, el planteamiento de Borja Jiménez frente a la Unión Deportiva Las Palmas genera debate sobre su estilo
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Nadie podrá negar que el balance del Sporting de Gijón con Borja Jiménez es muy positivo. Los rojiblancos han conseguido sumar 10 puntos de 12 posibles antes rivales de la zona alta de la tabla y el colista el Zaragoza, que estrenaba entrenador. A la buena racha en Liga se ha sumado la clasificación en la Copa del Rey.
Ni mucho menos se dice lo mismo de él en todos los equipos en los que ha estado. Quizá eso señale su capacidad para encontrar el mayor potencial. Un buen ejemplo es la comparación entre el fútbol que trataba de emplear con el Leganés y el que hacía con el Deportivo de La Coruña.
Lo que está claro es que Borja Jiménez ha tenido motivos de peso para inclinarse hacia lo defensivo durante sus partidos con el Sporting. En todos ellos, salvo el último, su equipo se puso por delante en el marcador. En El Molinón, tanto ante el Racing de Santander como frente al Zaragoza terminó jugando con una línea atrás de cinco hombres. Al líder lo maniató con su variante de sistema y con los maños fue capaz de entregar el balón sin mostrar sus agujeros con un hombre menos. Ninguno de los dos fueron duelos propicios para buscar más mordiente o efectivos en ataque, sino más bien para potenciar los recursos defensivos.

Tampoco el del pasado domingo invitaba a mantener el 4-2-3-1 que venía empleando. Las bajas en ataque, con las ausencias de tres de los cuatro titulares, condujeron a una propuesta ultradefensiva. Un plan tan conservador como hacía años que no se apreciaba para iniciar un partido en el municipal gijonés. Otro buen incentivo para multiplicar el muro fue la falta de garantías en el rendimiento de la segunda unidad atacante. Y a Borja Jiménez le salió bien. Eso sí, muchos sportinguistas recordarán la línea de seis defensas que por momentos evidenciaba la estructura del equipo sobre el terreno de juego. Como la lectura previa, el desarrollo del encuentro no dio para alegrías. Un ajuste obligado por la lesión de Kevin y pieza por pieza en la delantera. Dadas las circunstancias, el punto obtenido tuvo un buen sabor de boca.
Otro sacrificio, esta vez individualizado, se pudo ver en Valladolid. Allí el damnificado fue Gaspar Campos, ejerciendo una función de carrilero a la que no estaba acostumbrado. El beneficio fue colectivo. El Sporting se mantuvo firme con el 1-1, aprovechó su oportunidad para el 1-2 y con la ventaja cerró definitivamente su banda izquierda. La entrada de Pablo Garcia la reforzó aun más, dibujando otra línea de cinco sin apenas diferencias de altura entre sus piezas.

En general, casi todos los desarrollos de las jornadas han estado repletos de determinaciones más centradas en la propia portería que en la ajena. El signo de los resultados conducía a ello de manera prácticamente inevitable. Sin embargo, los planteamientos iniciales han proyectado otra sensación.
Al margen de Juan Otero y el mediapunta, Borja Jiménez ha optado por dos claros extremos como Dubasin y Gaspar, prescindiendo del falso extremo que en muchas ocasiones sí que ha empleado a lo largo de su trayectoria. El técnico abulense ha detectado el potencial de los cuatro hombres de arriba, amortizando casi la totalidad del potencial atacante en la alineación titular. Normal que sus cambios sean más que moderados y busquen, sobre todo, la contención. Otra cosa más compleja y con peores perspectivas será cuando no le quede otra que buscar goles desde el banquillo.