Del "ni una más" al abrazo

Los atacantes del Sporting tuvieron una fuerte discusión antes del descanso. Ya en zona de vestuarios, ambos sellaron la paz, algo que se evidenció en la segunda parte

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Aitor
Aitor García dispara en presencia de Djuka en primer plano
Dom, 06/02/2022 - 10:11

Que Djuka se enfade con un compañero cuando no le dan un pase es un hecho que el aficionado del Sporting de Gijón ha aprendido a ver como algo normal. El partido ante el Eibar no fue una excepción. En los últimos compases de la primera parte, Aitor García arrancó desde su propio terreno una contra prometedora. Por delante, Jony y Djuka. El cangués se fue para la banda, dejándole la zona central al montenegrino. Aitor optó por la vía del medio: la de finalizar la jugada por sus propios medios. El resultado no fue bueno y lo que acontecería después, tampoco. 

Djuka le recriminó como tantas veces a Aitor que no le diera el pase. El de Gibraleón, en vez de aguantar el chaparrón como ya hiciera en otra ocasión, se revolvió y le respondió. Entre ambos, tuvo que mediar Fran Villalba para poner paz en una situación más convulsa de lo habitual. Prueba de ello es que Aitor se acercó a la zona de banquillos para hablar con David Gallego antes del descanso al tiempo que gesticulaba con las manos. "Ni una más", le explicaba Aitor a su técnico justo antes de que López Toca mandara el partido al descanso.

Pegado a la banda se encontraba Aitor García que encaró el camino a los vestuarios con cara de pocos amigos. Antes de desaparecer por el túnel, Mario Cotelo le propinaba una cariñosa palmada en la espalda. Lo mismo haría el delegado, acto y seguido, con Djuka, que también se marchaba rápido del verde. Ambos se encontrarían de nuevo, ya lejos de las cámaras. El extremo onubense se encargó de explicar lo sucedido en el tiempo de descanso: "Él pensaba que le había dicho algo que no le había dicho. Lo primero que hemos hecho al entrar al vestuario ha sido darnos un abrazo (...) Djuka es una persona que me cae de puta madre, no ha sucedido nada", explicó. 

Y la paz se escenificó en la segunda parte. Cada balón que Aitor buscaba conectar con Djuka, que fueron unos cuantos, daba igual el resultado final de la jugada. La respuesta de Djuka siempre era agradecer al onubense por el balón. Y lo mismo en el sentido contrario. Cuando al montenegrino no le salían las cosas, sus compañeros levantaban sus manos al instante para aplaudir el trabajo del balcánico. No se sabe si hubo tirón de orejas para ambos en el vestuario. O si el abrazo del que hablaba Aitor fue el que calmó las aguas. Algo cambió en el descanso para transformar la guerra con la que se entró en el túnel a la armonía de la segunda parte.