Un mago consagrado de vuelta: El perfil de Santi Cazorla, una sonrisa oviedista de corazón
Santi Cazorla vuelve dos décadas después con la maleta llena de éxitos deportivos y un sueño por cumplir con el club de su vida
El oviedismo sonríe. Y lo hace al compás de un futbolista con una sonrisa permanente. Santi Cazorla (Fonciello, Lugo de Llanera, 1984) vuelve a su casa. Vuelve a un Real Oviedo del que salió en edad formativa sin haber tocado el primer equipo. Vuelve dos décadas después para deleitar a la afición con los últimos coletazos de magia. A sus 38 años –cumplirá los 39 en diciembre–, Santi Cazorla aterriza en el Carlos Tartiere para cumplir un sueño con el que cerrar una etapa deportiva. El sueño de aquel niño que perseguía un balón con la camiseta del Real Oviedo.
El regreso de Santi Cazorla es el de un futbolista de talla mundial. A sus 38 años, el de Lugo de Llanera atesora éxitos y títulos por los clubes por los que ha pasado. En el palmarés del centrocampista figuran 2 Intertoto, 3 Community Shield, 2 Eurocopas con la Selección Española y varios reconocimientos individuales a una trayectoria que le ha llevado a jugar con las camisetas de Villarreal, Recreativo de Huelva, Málaga, Arsenal y Al-Sadd. Pero todo tiene un inicio. Cazorla dio sus primeros pasos en la casa azul y los malos tiempos le obligaron a dejarla antes de lo deseado.
Cazorla terminó su edad juvenil en calidad de cedido en las filas del Astur, arrastrado por la tormenta que rodeaba al Real Oviedo. De esa inestabilidad se aprovechó el Villarreal para reclutarle para su cantera en 2003. Con el conjunto amarillo comenzó a llamar la atención del panorama internacional, debutando en Primera división a los 19 años. Tras sumar experiencia en Castellón, salió traspasado al Recreativo de Huelva. Una estancia a las órdenes de otro asturiano como Marcelino García Toral. El Villarreal volvía a hacerse con sus servicios y consagrarse como una figura nacional.
En El Madrigal consiguió hacerse internacional y empezar un camino de éxitos con la Selección Española, levantando una Copa de Europa en 2008 de la mano de Luis Aragonés. Un futbolista diferente, especial en el toque de balón y con una visión de juego de mucho nivel. Sin embargo, las lesiones fueron un hándicap en la carrera del asturiano. La primera llegó en 2009 y, a las puertas del Mundial, un contratiempo en la espalda le apartó de Sudáfrica. Se cobraría su venganza levantando una nueva Eurocopa en 2012 y participando en el Mundial de 2014.
De Castellón salió traspasado a Málaga. De la capital de la Costa del Sol puso rumbo a Londres. La primera experiencia internacional de Cazorla le catapultó a la primera plana. En el Arsenal fue capitán general, con 163 partidos con la camiseta 'gunner', participando en Champions League y consiguiendo tres Community Shield para el cuadro de Wenger. Pero no todo en Inglaterra fue un camino de rosas. Una nueva lesión estuvo cerca de cerrar la persiana. "Si consigues volver a caminar con tu hijo por el jardín, date por satisfecho", le dijeron los médicos a Cazorla en Reino Unido.
Pero no. Quedaba mucho fútbol por delante. Con una marca de por vida en su brazo, con un tatuaje con el nombre de su hija al que le falta un trozo que se le implantó en su talón. Pero con ganas de seguir deleitando. Volvió al Villarreal y jugó 86 partidos en dos temporadas. Siendo todo un ídolo en La Cerámica, emprendió vuelo en 2020 hacia Qatar, donde jugó hasta hace unos meses con la camiseta del Al-Sadd. Desde allí sufría con el Oviedo. Con su Oviedo. Y manifestó en varias ocasiones su deseo de cerrar el círculo.
Fueron meses de decisiones. De luchar contra miedos personales. De temer no dar la talla en su casa. De no estar a la altura. Pero la pasión venció a los temores. Santi Cazorla vuelve al Real Oviedo para hacer disfrutar a la gente. Para contagiar una sonrisa que no se va nunca del rostro del de Lugo de Llanera. La misma sonrisa del niño que un día soñó con ser futbolista en su casa. Deseo cumplido.