La Crónica: El Oviedo quiere seguir soñando 

Con un Carlos Tartiere a más de 150 pulsaciones, el Real Oviedo consiguió uno de esos triunfos de los que se puede acordar, y mucho, en el mes de junio. Los azules firmaron el mejor encuentro de la ‘era Paunovic’ y vencieron a un rival directo como es el Levante. Lo hicieron, eso sí, con mucho sufrimiento, teniendo que sobreponerse a todo tipo de circunstancias durante el partido. Hasta cuatro lesiones les obligaron a acabar con lo justo, pero con tres puntos que saben a gloria y que les acercan a ese segundo puesto, a cuatro puntos con el golaveraje a favor. 

Sorprendió y mucho Paunovic con una alineación en la que hubo hasta cuatro cambios respecto al último encuentro. Costas, Rahim, Hassan y Portillo fueron las novedades, mientras que futbolistas como Luengo, Cazorla y Alemão se quedaron en el banquillo. El Oviedo, consciente de lo que se jugaba, salió con mucha chispa al partido y la arriesgada apuesta del técnico fue un acierto durante los primeros compases. 

El Levante se vio sorprendido por la asociación Portillo-Rahim, que hizo mucho daño. El ‘10’ recibía en posiciones interiores y combinaba siempre con el lateral nigerino, que jugó muy adelantado y colgó numerosos centros al área. Viñas amenazó con un remate forzado desde dentro del área y Seoane obligó a intervenir a Andrés Fernández con un potente remate desde la frontal. Esos fueron los primeros acercamientos del Oviedo. 

Era una partida de ajedrez en el que cada detalle contaba y en el que el Oviedo llevaba la ventaja siempre gracias a esa banda izquierda. Rahim volvió a avisar con un remate desde dentro del área que fue anulado por fuera de juego y, poco después, llegaría el premio a la insistencia. De nuevo por la banda izquierda, esta vez el socio del lateral fue Colombatto, que le dejó en una muy buena posición para meter un centro con veneno al área que el Levante no fue capaz de despejar. Pampín se la quitó de encima con la mala fortuna que su despeje pegó en Ignasi Miquel y acabó en el fondo de la red. 1-0 para un Oviedo que vibraba con todo el Tartiere a sus pies. 

Tras el tanto, fueron los visitantes los que trataron de tener el balón, con un Carlos Álvarez que fue de lo más destacado para los granotas, que no fueron capaces de probar a Aarón Escandell durante los primeros 45 minutos. De hecho, la única acción de peligro volvió a ser para las azules con un remate desviado de Viñas. Cuando más falta hacía, el Oviedo de Paunovic acababa de cuajar su mejor primera parte desde la llegada del técnico serbio. Faltaba mantener el nivel en la segunda mitad. 

Tras el paso por los vestuarios fue el Levante el que salió mejor, aupado por los cambios tácticos de Calero, que cambió de banda a Brugué y colocó en posiciones más interiores a Carlos Álvarez. Seoane, que forzó la quinta amarilla y no estará en Huesca, fue sustituido por un golpe y Cardero entró en su lugar. Pese a su mejoría, los visitantes seguían sin llegar con claridad a la meta de Escandell y era Rahim el que seguía galopando por el costanzo zurdo. De sus botas nació otra clara ocasión, tras más de 60 metros recorridos y un pase final que era bueno, pero que consiguió repeler la zaga del Levante para evitar el tanto. 

El siguiente en tener que retirarse por unos problemas físicos fue David Costas, y en su lugar entró Oier Luengo. Le crecían los enanos al Oviedo, pues inmediatamente después de los problemas del gallego, Dani Calvo pidió el cambio por un golpe en la cabeza que le impidió continuar. Sin más opciones para el centro de la zaga, Paunovic hizo debutar al central del filial, Chukwuma Eze, a falta de 20 minutos para el final. Se le abrió al Oviedo una nueva ventana –por cambiar a Calvo por conmoción– y el técnico serbio tuvo que invertirlo en sustituir a Hassan, que también pidió cambio por lesión. En total, cuatro bajas en el partido y un once final de circunstancias para frenar a un Levante que iba con todo. 

Calero apostó por el imponente Carlos Espí y su en lugar de un central, y con toda la carne en el asador el Levante trató de derribar el muro carbayón. Con mucho sufrimiento, el Oviedo resistió ante un equipo que apenas pudo llegar a la meta de Escandell, y que solo pudo probarle con varios disparos muy peligrosos desde fuera del área. Eso sí, cuando tuvo que hacerlo lo hizo a las mil maravillas. El de Carcagente volvió a salvar a los suyos con una manopla espectacular para evitar un golazo de Kochorashvili. Tres puntos de oro para un Oviedo que quiere seguir soñando hasta el final.