Historia del Sporting (III): Los polizones rojiblancos
En 1929, dos seguidores del Sporting se 'colaron' en un barco de vapor para llegar a Sevilla y ver el partido de su equipo ante el equipo hispalense
En 1929 saltó a la prensa un curioso caso de un sportinguismo más que radical, en el sentido literal del término. El diario El Liberal de Sevilla publicaba, el 7 de diciembre de ese año, la noticia del curioso viaje de dos jóvenes seguidores. Embarcaron en Gijón como polizones en el vapor Ana María el lunes 2 de diciembre, teniendo prevista su llegada a Sevilla para el día 5. El único objetivo de su viaje era ver el partido que, el domingo día 8 a las 4 de la tarde, enfrentaba al Sporting con el Sevilla.
La falta de previsión les delató y, apenas transcurridos dos días de viaje, tuvieron que salir de su escondite debido a la incomodidad del reducido espacio del bote en el que se refugiaban y al hecho de que las provisiones se les habían acabado. Una vez descubiertos, los marineros de buque les trataron violentamente y fueron agredidos y encerrados en un oscuro compartimento del barco hasta la arribada a la capital andaluza. Allí fueron entregados a las autoridades y liberados gracias a la intervención de otro gijonés, Romualdo Alvargonzález Lanquine, que por aquellos entonces era el secretario de la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Alvargonzález les consiguió, además, entradas para el encuentro y sufragó de su propio bolsillo los billetes de tren para el regreso a Gijón de los ya famosos polizones.
Señalar que el Sporting, finalmente, perdió aquel partido por 2 a 0, con doblete del delantero catalán Miguel Gual y el encuentro fue arbitrado por el mítico Escartín, toda una institución en el fútbol español. El conjunto rojiblanco formó con: Luis García, Armando Quirós, Cayetano, Noreña, Tronchu, Chus, Pachín, Palacios, Cuesta, Pin Ordieres y Nani. Poco pudo hacer el Sporting que se vio superado por los sevillanos, aunque un disparo de Pin Ordieres se estrelló en la portería andaluza defendida por Izaguirre y pudo haber metido al Sporting en el encuentro, poniendo un 2 a 1 que hubiera otorgados alguna opción a los asturianos.
El balón no entró y en encuentro tampoco pasó a la historia por lo futbolístico, pero la entrega y pasión de aquellos dos jóvenes, tan atípica para la época, merece especial mención, y asusta imaginar de lo que habrían sido capaces de haber vivido en los tiempos actuales, en los que la identificación entre equipo y afición es mucho más intensa y nítida.