Entre la polémica y la incapacidad: Motivos para la impotencia

Más de 2.000 oviedistas presenciaron desde las gradas de San Mamés la derrota ante el Athletic Club, un traspié que arrastra a los carbayones a la última posición

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Oviedo
Los jugadores del Oviedo se despiden de los aficionados azules tras caer ante el Athletic
Dom, 09/11/2025 - 22:13

Con el Athletic Club sumergido en una crisis de resultados y de lesiones, la cita en San Mamés se dibujaba bajo un escenario propicio para el Real Oviedo en busca de una reacción tras caer un día antes a la última plaza de Primera división. Una reacción que nunca llegaría a orillas de la ría de Bilbao. Nada de lo ocurrido sobre el tapete vizcaíno sació la sed de la ilusión con la que viajó la hinchada azul. Todo lo contrario. La impotencia se adueñó del ánimo oviedista.

Fue un cóctel con varios ingredientes. Primero fue Iñaki Williams tras una jugada de escándalo y apenas unos minutos después el VAR, que invalidó un gol de Ilyas Chaira por un talón. Sí, un talón. Colombatto peinó la pelota y el marroquí engañó a Unai Simón. Sin haber tocado la pelota, se interpreta que la posición del '7' azul condiciona el desenlace de la jugada. Una imagen vale más que mil palabras, aunque sea protagonizada por maniquíes.

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Polémica

 
Los muñecos demuestran que sí, que Chaira estaba en posición antirreglamentaria. Tras unos segundos de suspense, César Soto escenificó el veredicto del VAR para desazón de los 2.000 oviedistas desplazados a San Mamés. Y de Luis Carrión, claro, al que no le quedó otro remedio que acatar la rectificación del árbitro. "El 1-1 que nos anulan no es polémico porque el semiautomático detecta el fuera de juego por un centímetro y eso va así. Fue una pena", expresó en la rueda de prensa. En cualquier caso, acciones como esta encienden el debate sobre la norma del fuera de juego.

La primera parte también dejó otra imagen que dio que hablar: un pisotón de Yuri sobre Viñas. El uruguayo fue derribado por el lateral del conjunto vasco en la última jugada de la primera parte, una acción que ni el árbitro sobre el verde ni el VAR en Las Rozas detectaron. Las quejas de los jugadores azules tras el pitido final fueron estériles. Carrión ni se pronunció sobre ello.

Ya en la segunda parte, no hubo polémica. Más bien falta de apetito. El Oviedo despachó su versión más plana y fue incapaz ni siquiera de generar un 'uy' en la grada de San Mamés. Pases en horizontal, ritmo lento y muy lejos de la portería de Unai Simón, que fue un espectador más del partido bajo el arco de su portería. 

"Daba la sensación de que circulábamos atrás y, cuando podíamos tener algo de riesgo, volvíamos atrás. La segunda parte no me ha gustado nada. No hemos terminado ninguna acción para encarar su línea de cuatro. La segunda parte ha sido muy cómoda para ellos", despachó Carrión, autocrítico con lo visto sobre el terreno de juego de San Mamés.

Con un Athletic a medio gas y con el runrún de la grada de fondo a pesar de la victoria, el Oviedo tiró por el sumidero la oportunidad de reforzar su moral ante un rival en horas bajas. Un desperdicio que también conlleva castigo clasificatorio: caer a la última plaza. Una etiqueta de 'colista' que los carbayones se colgarán, al menos, durante las próximas dos semanas hasta que se reanude el fútbol en Primera división. Desazón, impotencia y un clima de desánimo para un club en el que hace cinco meses respiraba el aroma de la felicidad más absoluta.