Como el perro del hortelano

La situación de Álex Oyón ha aumentado lo absurdo este verano. El club no ha sido capaz de darle la oportunidad de progresar como futbolista

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Álex Oyón.
Álex Oyón, este verano en Mareo.
Mar, 02/09/2025 - 18:36

Asier Garitano le cerró las puertas del primer equipo. Casi con seguridad, lo hizo con la coherencia que no tuvo Rubén Albés. No tenía sentido su permanencia en la plantilla si no iba a tener minutos. Más si cabe tratándose de un jugador de 22 años que el curso pasado se lo pasó en blanco. Lo que pasó a continuación es otro capítulo más de la gestión surrealista que el club ha hecho con el canterano desde su regreso del Linares.

Es un jugador más de la plantilla. Cualquiera de los que están en la lista pueden ser titulares. Ambas expresiones son dos tópicos que a veces son tan falsos como frecuentes en sala de prensa. Incluso Garitano, poco dado al 'bienqueda', los ha pronunciado en alguna ocasión. Nadie se los cree. Y ni mucho menos se agarraba a ellos Álex Oyón el curso pasado, cuando viajaba por España para hacer bulto junto a sus compañeros. Con ese rol todavía queda un futbolista. La lógica de Garitano no puede con todo.

Por si aún hay dudas, el entrenador no es quien marca el camino de las decisiones estratégicas. Esas llevan la identidad de Orlegi Sports, que queda claro necesita más tiempo en algunos aspectos. Por ejemplo, es incompatible cualquier declaración acerca de la fuga de talentos con su inquietante dejadez en el caso de Álex Oyón. De la parsimonia ha pasado a una inflexibilidad inmerecida para alguien que lleva toda su vida en Mareo y que, con motivos para hacerlo, nunca ha alzado la voz.

Oyón ni cualquier otro joven canterano puede exigir minutos si el técnico considera que no tiene nivel para eso. Lo que sí puede reclamar es que le dejen tener la oportunidad de evolucionar fuera para, si verdaderamente confían en él, analizar después cuál ha sido su evolución. No sería el primer futbolista que sale cedido y a su vuelta obtiene la libertad o, si su evolución ha sido notable, la renovación con ficha del primer equipo. 

En ese sentido, las negociaciones para su salida este verano dan para escribir otro par de capítulos. Alrededor de media docena de equipos de Primera RFEF preguntaron por la situación del canterano. Al menos tres de ellos sí que pusieron sobre la mesa las obligaciones que estaban dispuestos a asumir para poder contar con él. Según una de las versiones, al Sporting no le sedujo ninguna de las alternativas. Según la otra, al jugador no le convenció las opciones que más convencían al club.

El desenlace no pudo ser peor. Oyón se quedará en Gijón para tirar de ese mantra de Mareo que exige derribar la puerta de abajo para alcanzar la de arriba. Solo un simple vistazo a la plantilla de Garitano basta para saber que no siempre es cierto. Y no me refiero a Yann Kembo. Así, salvo cambio del orden establecido, Oyón deberá ofrecer una exhibición partido tras partido en la competitiva Tercera Federación.

Más allá de su entorno, que su responsabilidad tendrá, el Sporting ha seguido una estrategia nada práctica y mucho más incoherente. David Guerra no podrá decir en su valoración del mercado que sigue siendo un jugador al que le intuyen un buen futuro. No podrá hacerlo porque en tal caso el club hubiese encontrado una fórmula para cortar de raíz su pésima gestión. 

La realidad es que no quiso hacerlo, que se enrocó pidiendo un dinero por su salida y, a su vez, manteniendo una parte de su pase. Es decir, Salomón Behar consideró que era necesario garantizar un pellizquito en caso de un hipotético traspaso futuro. Ya nadie de la gestión deportiva, o con capacidad de mando, creían en su progresión dentro. Eso sí, por si las moscas, exigían un salvavidas por si explotaba fuera. En definitiva, el Sporting con Oyón ha hecho como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.