Un partido que lo cambió todo
Oviedo y Osasuna vuelven a verse las caras en Primera división más de dos décadas después de aquel duelo que significó un antes y un después en el rumbo de los azules
Osasuna
El 25 de febrero de 2001, el Carlos Tartiere vivió uno de esos partidos que marcan época. El Real Oviedo recibía a Osasuna en un enfrentamiento directo por la permanencia. El equipo azul, dirigido por Radomir Antic, firmó una primera parte impecable: Oli abrió el marcador y Tomic amplió la ventaja antes del descanso. El 2-0 parecía encaminar al Oviedo hacia una victoria vital, pero la segunda mitad fue una pesadilla. Los navarros remontaron con dos tantos de Álex Fernández y otro de Iván Rosado, para imponerse por 2-3 en un encuentro que dejó una herida profunda en el oviedismo.
Aquel día supuso un antes y un después. La derrota cambió la dinámica emocional del equipo, que llegó a la recta final del campeonato con el ánimo tocado y la presión creciente. En la jornada 42, el Oviedo cayó 4-2 en Mallorca, mientras que Osasuna vencía 0-1 a la Real Sociedad en Anoeta. Esa combinación de resultados confirmó un descenso doloroso que acabaría marcando el destino de la entidad durante años.
Lo que vino después forma parte de la historia reciente del club: los años de penurias económicas, el paso por el fútbol no profesional y una larga travesía que llevó al Oviedo a transitar por el barro durante demasiado tiempo. Todo hasta aquel 21 de junio de 2025, cuando el ascenso ante el Mirandés devolvió a los carbayones a Primera división.
Veinticuatro años después, ambos clubes vuelven a cruzarse en la élite, esta vez con escenarios distintos y una carga simbólica inevitable. Aquel duelo del 2001 significó el inicio de una etapa difícil; el de este lunes representa la confirmación de un regreso construido desde la fe, la paciencia y la lealtad de una afición que nunca se rindió. El fútbol, que a veces guarda sus propias cuentas, ofrece ahora una oportunidad para cerrar el círculo.